El final de mi matrimonio
Fecha: 03/09/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Confesiones
Autor: Sandra_lujuria, Fuente: CuentoRelatos
Todo comenzó con la repentina muerte de mi suegra. Roberto, mi esposo, se sumió en una depresión crónica que lo llevó a pasarse los días sin hacer nada más que emborracharse y ver televisión. Mi marido trabajó por más de 15 años en una empresa de construcción. Ahí fue donde nos conocimos y la convivencia diaria y su personalidad fueron haciendo que me enamorara de él. Yo en ese entonces tenía otro novio, con el que llevaba casi 5 años de relación y la palabra “boda” aparecía cada vez con mayor frecuencia en nuestras conversaciones. Todo apuntaba a que pronto sería una mujer felizmente casada. Hasta que en una fiesta de fin de año de la empresa, le fui infiel a mi novio con mi atractivo compañero de trabajo y tomé la decisión de dar por terminado mi noviazgo para pasar más tiempo con mi amante sin sentirme culpable. Roberto supo ganarse mi corazón y lo que al principio fue una aventura de oficinistas cachondos, se convirtió luego de pocos meses en un matrimonio que duró una década. La atracción que sentíamos era tal que durante los primeros años de casados, mi marido y yo cogíamos al menos una vez al día y los fines de semana preferíamos pasarlos uno encima del otro en lugar de salir con amigos o ir a pasear. Todo iba perfecto en nuestro matrimonio, hasta planeábamos tener nuestro primer bebé antes que mi reloj biológico hiciera del asunto algo peligroso, pero entonces, los problemas financieros de la compañía dejarían sin empleo a Roberto y aunque a mí no me despidieron, ...
recortaron mi horario a medio tiempo y con ello, recortaron también mi paga. Incapaces de administrar la buena suma con la que indemnizaron a Roberto, al cabo de medio año nos vimos en serios aprietos económicos y terminamos mudándonos con mis suegros. El temperamento de mi marido cambió hasta convertirse en un adolescente rebelde y holgazán, que prefería ser mantenido por sus padres antes que buscar trabajo. Teníamos algunos meses de estar viviendo así, cuando súbitamente mi suegra falleció. Roberto cayó en un torbellino de tristeza y alcoholismo del que no supimos cómo rescatarlo y arrastró consigo mi felicidad y la atracción que sentía por él. Al mismo tiempo que eso sucedía con mi marido; don Fernando, mi suegro, no tardó en comenzar a asediarme y, notando lo insatisfecha que me sentía con mi vida y con el borracho de mi marido, aprovechó para ofrecerme dinero a cambio de darle placer. Yo acepté el trato cuando decidí que usaría ese dinero para largarme de ahí y comenzaría una nueva vida al mudarme con mi hermana a Los Ángeles. Pero conseguir el dinero no fue nada fácil. La primera vez que tuve sexo con don Fernando, lo hicimos en su propia sala mientras mi marido dormía, perdido de borracho en la planta alta. Hacía casi medio año que por falta de dinero yo ya no tomaba las píldoras anticonceptivas, así que acordé con mi suegro que eyacularía fuera de mi vagina; pero el viejo tramposo no se salió a tiempo y terminó llenándome de su semen. Los síntomas no tardaron en aparecer ...