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Mi sobrino David
Fecha: 03/09/2017, Categorías: Incesto Hetero Autor: Inmaculeada, Fuente: CuentoRelatos
discreto escote y unos zapatos algo elevados que hacían las delicias de los fisgones y de David, cuya mirada adiviné desnudando mis tetas o las curvas de mi trasero cuando él iba detrás de mi por la calle. Regresamos tarde a casa. Serían las dos de la madrugada aproximadamente y tomando una última copa frente al televisor, charlamos sobre su vida y me contó que estaba soltero. Su última novia databa de hacía seis meses y no se había querido complicar sabiendo que estudiaría fuera. Se cambió mientras le preparaba algo de beber y luego fui yo la que me puse la camisola de dormir y mi pantalón corto. Al salir al salón, sus ojos se proyectaron sobre mis tetas, inyectados en sangre mientras cruzaba sus piernas en el sofá. Me senté a su lado y empezamos la charla. Al rato y tras despedirnos, me fui a la cama. Nada más meterme en la cama, recapacité sobre las miradas que me soltaba y comprendí que, al cruzar las piernas, se le había puesto dura. La había provocado una erección a mi sobrino. Entonces, solo de pensarlo, me puse como un tomate debajo de las sábanas. Mi mente jugaba y empecé a pensar que desde hacía mucho tiempo no dormía un hombre en mi casa. Hacía más de dos años que mi cuerpo no sabía lo que era un hombre. No había tenido ninguna relación desde entonces y un calor en forma de hormigueo empezó a recorrer mi sexo hasta llegar a mis tetas cuyos pezones crecían por segundos. Como un autómata, mis manos bajaban hasta mi pubis y a los pocos segundos, me encontré abierta ...
de piernas con las dos manos metidas en mi sexo. Mordiendo las sábanas acallé los gemidos que alzaban los decibelios de mi dormitorio. Me levanté, acudí al baño y me relajé con una corta ducha. Con mi toalla liada al cuerpo, salí en dirección a la cocina descalza y justo pasaba por delante del cuarto de David, escuché unos pequeños ruidos. Tras pegar la oreja a la puerta, deduje que se estaba masturbando y permanecí pegada hasta que le oí los clásicos gruñidos que anunciaban su corrida. Durante eternos segundos escuchaba eyacular a David e imaginar que yo podía ser la causa de sus pajas me volvió a poner a tope. Decidí pasar de largo y llegar a la cocina donde me fumé el cigarrillo más tórrido de mi vida mientras lavaba mi interior con una copa. No podía más y estaba caliente como una perra. Me fui a dormir. El domingo lo dedicamos a salir otra vez. Era septiembre y en mi ciudad hace un calor de mil demonios, por lo que me propuso ir a la piscina. Acepté encantada y me pareció muy buena idea. Cogimos lo indispensable y nos fuimos. Una vez allí pude comprobar el tipo de hombre que tenía como sobrino. Espaldas anchas, tórax bien formado y un culito respingón que mataba. Amén de estar muy bien equipado pues llevaba un bañador tipo slip y tumbado hacia arriba tomando el sol no dejaba nada a mi imaginación. Tenía un miembro que caía hacia uno de los lados con un buen tamaño y grosor más que aceptable. No hice nada que pusiera en peligro nuestra relación familiar y lo despedí el ...