1. Le fui infiel a mi novio y lo gocé


    Fecha: 24/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: carmenmosqueda, Fuente: RelatosEróticos

    ... lo sacó y su mano siguió jugando con mi culo a placer, con el interior de mis muslos y con mis piernas, evidentemente no lo podía hacer con mucha rapidez porque las medias impedían un poco el juego. —Vaya que estás caliente, bien caliente y mojada. Yo seguía comiéndole el miembro ferozmente y sin contemplación, además me dedicaba a disfrutar lo que su hábil mano me hacía. Se me escapaban los suspiros y los gestos de placer, gestos que seguro intuía a pesar de no poder verme directo a la cara por mi posición totalmente inclinada de lado. Daniel sacó su mano de mi intimidad y me ayudó a recuperar la posición. Habían pasado unos 15 minutos desde que empecé a chupar y nunca supe siquiera si alguien pasó o por qué aún no subía a recoger su documento. —Daniel, ¿seguro que nadie nos vio?—, le pregunté. —Nadie, bonita. Estuve atento, quizá pasaron dos o tres personas pero ninguna se percató de lo bien que disfrutaste tu dulce, jajaja. El muy pendejo ahora hasta se burlaba de mí. Se acercó otra vez y empezamos a besarnos. Ahora era su mano izquierda la que siguió tocando mis partes íntimas pero por encima de las medias. Con la otra mano, intentó sacarme y chuparme las tetas. Estaba como loco de caliente. Acercó su boca a mi oído y me dijo: —Vamos bonita, dime que no mueres por tenerme dentro, mira cómo estoy. Seguía con el pene de fuera totalmente erecto. Lo volví a masturbar con mis manos y fue entonces que acepté su invitación. —Está bien, pero nada de esto se lo dirás a nadie ...
    ... Daniel, eh. Lo único que te pido es discreción. Él asintió con la cabeza, quitó sus manos de mi cuerpo y se apresuró a acomodarse el pantalón. —Y qué, nunca vas a subir por tu documento. Llevamos ya aquí poco menos de media hora y todavía no vas. Vamos, sube y vámonos a un lugar más privado—, le dije mientras yo también me ajusté el vestido, me subí bien las medias y me acomodé el brassier. Cuando terminó de arreglarse, el idiota se puso a reír como loco. Más que risa fue carcajada. Por supuesto que me quedé sorprendida y lo volteé a ver. —Anda ven, no hagas preguntas. Bájate del coche, subirás conmigo. — ¿Qué? No, yo aquí me quedo. Dijiste que no te tardarías. Aquí te espero. —Es necesario, ven y ahora te explico. A regañadientes acepté. Me pinté rápido los labios, me miré en el espejo y fuera de mi pelo un poco esponjado ni se notaba que acababa de mamar verga hace no más de 3 minutos. Bajamos del coche, puso la alarma y subimos el edificio. Se me hizo raro que ningún policía estuviera en la entrada y en lugar de eso, era sólo una puerta cerrada que Daniel abrió con una llave. Fue entonces que subiendo las escaleras me di cuenta que el idiota no me había llevado a ninguna oficina sino a un edificio de departamentos. —Daniel, esto no es una oficina. Empezó a volver a reírse. —Por supuesto que no hay ninguna oficina aquí, es el departamento de mi amigo que le pedí prestado para hoy por la tarde. Ni me enojé, de hecho seguía tan caliente que me alegró el hecho de que ya no ...
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