El mejor amigo de una mujer casada
Fecha: 10/06/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... coño ardiendo, imbécil. -No, Dora. Perdona pero tú te has puesto así solita. Lo que pasa es que nadie te ha dado lo que yo. Dijo Rober con cierto enfado, levantándose de su silla. -Bueno, ya basta. Será mejor que hagamos algo, no lo vamos a dejar aquí hasta mañana. Rober cogió a mi marido como a un niño pequeño y lo llevó a nuestro dormitorio de matrimonio. Yo fui detrás alucinada y un poco asustada. Lo dejó en la cama, le soltó el cinturón y le quitó los zapatos. -Pero… es qué estás loco… seguro qué no le pasará nada -pregunté como una boba. -No, a él no… a ti. Sé cuándo una mujer piensa en comerme la polla. Dijo mirándome a los ojos, como acusándome de ser yo la culpable por no controlar mi deseo. Ufff. Sonó tan implacable, tan duro, tan chulo que me deshice literalmente. Noté las rodillas débiles y casi no me pude sostener en pie. Él me cogió con sus fuertes brazos y me besó. Le daba lametazos a mi lengua y yo cerraba los ojos como una universitaria en su primer beso. -¿Por qué haces esto? Dime… -Creo que está bastante claro, por ti. He pasado al otro baño después de que salieras, sabes. Lo has perfumado con el olor de tu sexo. Tú olor me ha vuelto loco, Dora. -Cállate por favor. -Ya eres una mujer, no una chiquilla. Una mujer lo que necesita es un hombre que la folle bien y la deje muerta de gusto. ¡¡Sí o No!! -Sí o no. Repitió ante mi silencio. -ssSí. Mascullé. Humillarme así fue el no va más. Darle la razón era como suplicarle a aquel hombre que me follara. Eso hizo ...
... prender hasta el último poro de mi piel, y aquel fuego me lleno de energía para lo que estaba por llegar. -Es más, ¿seguro que quieres hacerlo aquí? Me preguntó Rober tendiéndome en la cama, ¡¡JUNTO A MI MARIDO!! -No, aquí no. Supliqué. -Se lo tiene merecido Dora, si tú fueras mi mujer cuando vinieran a cenar mis amigos ó tus amigas, te obligaría a chupármela debajo de la mesa. Imagínatelo, cuando salieras de debajo todos sabrían quién es tu hombre. -Calla, cállate Rober. Hazme lo que quieras. Rober sonrió al tiempo que se escurrió hacia los pies de nuestra cama. Se entretuvo un buen rato en lamerme los deditos de los pies, sin quitarme los zapatos. A él le deben volver loco los pies. Su lengua era como una serpiente venenosa deslizándose entre mis dedos, capaz de lamerlos, saborearlos, y devorarlos. Catando después con sus labios cada centímetro de mis piernas, mordiendo, besando, explorando con la punta de su lengua la cara oculta de mis piernas. Volvió sobre sus pasos y se dedicó a lamerme el empeine, los tobillos, los gemelos, pellizcándome la piel, comprobando su elasticidad y firmeza. Aquel preámbulo me estaba aturdiendo, me retorcía de cosquillas y placer, reía y gemía a partes iguales. Sus mejillas rasposas sobre mis piernas, su lengua, sus labios. Subiendo y subiendo, ummmmm, hasta conseguir apartarme las bragas y llevarse a la boca mi sexo. Sexo que en realidad, ya era suyo pues yo se lo entregaba completamente embriagada por las delicias de aquel hombre. Recuerdo que ...