¡Mi hermana, mi mujer, uf! - Epílogo a cargo de Ana
Fecha: 18/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... emoción, enervada al máximo decía. ¡Aguanta Dani, aguanta un poco más, sigue empujando, sigue por favor, no te salgas, no te rindas aún... Que también yo acabo... Me vengo también, hermanito querido... Ah... Estoy aquí Dani... Sigue amor, sigue.... Me vengo, me vengo...! ¡Y Dani aguantó como un jabato! ¡Dios, qué venida la que entonces disfruté! ¡Como nunca en mi vida... Como nunca! Dani no sólo aguantó sino que me prodigó una ternura, una dulzura incomparable. No sé qué me llenó más de felicidad si su virilidad o el rendido amor que demostraba mientras me ayudaba a terminar el orgasmo. Lo que sí sé es que nunca antes me sentí tan amada ni tampoco tan enamorada como entonces. Acabamos derrengados ambos, sin poder siquiera articular palabra, pero lo que sí teníamos claro era estar los dos juntos, muy unidos, muy cerca uno de otro acariciándonos, arrullándonos y diciéndonos todo el amor que nos teníamos. Sí, éramos hermanos y como tales nos queríamos con todo el alma, pero eso resultó ser una bendición pues el cariño de hermanos reforzó nuestro amor conyugal haciéndolo más intenso, apoyándolo y afirmándole. Yo era su amante pero también su hermana pequeña de la que siempre estuvo pendiente, protegiéndola y él mi amante y el hermano mayor en quien siempre encontré consuelo y apoyo, en especial en los duros momentos de mi divorcio. Todo ello se traducía en la atenta ternura con que me amaba, en la dulzura de su trato hacia mí, y en la ternura con que también yo correspondía a sus ...
... atenciones. El acto de entrega mutua que inició nuestros, realmente, primeros momentos de amor, pues lo que pasó entre nosotros en mi casa aquella tarde de sábado no contaba por la violencia que lo rodeó, se repitió otras dos veces más en la misma divina forma en que el primero transcurrió. Nos amamos con toda intensidad, enervados ambos hasta el paroxismo, pero también con la ternura que ya en nosotros, en nuestros encuentros de amor, se haría proverbial. Al fin, cuando en el reloj eran más de las 16,30, nos quedamos los dos dormidos, desnudos sobre la cama y enlazados en tierno abrazo, muy juntos uno con el otro, llenos ambos de mutuo cariño. Eran ya más de las 19 horas cuando desperté. Dani seguía profundamente dormido por lo que le desperté con besos en su boca, su rostro, su pecho... Dani se despertó y, aún somnoliento, se fue desperezando al tiempo que yo le decía entre beso y beso ¿No tienes hambre amor? ¡Más que lobo hambriento! ¡Pues anda, perezoso, levántate y vamos a ducharnos para bajar a tomar algo! De un salto me puse en pie y, lanzándome a correr, le dije mientras reía ¡A que no me coges Dani! El se levanto al momento, echó a correr tras de mí, me alcanzó y alzándome en vilo con sus brazos, me llevo entre las carcajadas de ambos hasta el cuarto de baño. Allí me depositó en la ducha, se metió allá conmigo y entre risas, besos y caricias nos enjabonamos mutuamente para después limpiarnos el jabón también el uno al otro. Cuando acabamos la ducha volvimos de nuevo ...