Marcela (I)
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... di cuenta de que su polla estaba iniciando una pequeña serie de convulsiones. Me separé un momento y la miré. Marcela estaba sudando, tenía las mejillas encendidas y entre los labios jugosos entreabiertos asomaba la punta lustrosa de su lengua. En el mismo momento, ella también me miró y sonrió. Hablando en su simpático castellano con acento brasileño me dijo: "papaíto me estás haciendo disfrutar, pero me va a venir enseguida". Me introduje un dedo en la boca, humedeciéndolo, y lo coloqué en la cabeza, envolví su prepucio por encima, cubriéndolo y después, moví el dedo imperceptiblemente en movimientos curvos. Ella descansaba apoyada en el reposacabezas del asiento, acerqué mi boca a la suya y la besé. Ella respondió a mi beso, sus labios se separaron. Su lengua se movía rápidamente y con maestría y pude beber el líquido embriagador de su saliva. Mientras tanto una de mis manos continuaba el masaje sobre el prepucio y la otra acariciaba sus testículos, apretándolos con ternura, estirando su piel, arañando su piel arrugada. Ella bajó totalmente el respaldo de su asiento, ofreciéndome todas las facilidades para poder disfrutando de su polla divina. Así que me aproximé y comencé a pasar la lengua a lo largo de toda de su longitud, desde el capullo hasta los huevos mientras que una mano acompañaba el movimiento por el lado inferior fluyendo con suavidad sobre mi saliva. Después la volví a tomar con ...
... los labios, la levanté ligeramente para que me fuese más cómodo e inicié nuevamente el movimiento de sube-baja pero haciendo un poco más de presión con la lengua y los labios. Con la mano cogí sus cojones y, al mismo tiempo que mi boca subía y bajaba, los apretaba y aflojaba la presión. En seguida, y sin dar ningún aviso previo, sentí unas convulsiones y mi boca se llenó de un líquido hirviente, denso, ligeramente salino. Brotó en tal cantidad que pensé que me iba a atragantar. Lo mantuve en la boca, mientras ella continuaba bombeando cada vez con menos potencia. Unos momentos después dejé que esos fascinantes y calientes néctares goteasen desde mi boca y resbalasen por su polla. A medida que perdía consistencia, continué chupando su polla con su leche. Marcela se levantó y me dio unas toallitas de papel con las que me limpié la boca y la cara. Ella, mientras tanto, secó su pollón, después me volvió a besar en los labios, devolvió su asiento a la posición vertical y comenzó la difícil tarea de volver a embutir toda la magnificencia de su trompa dentro de la prisión de aquellas exiguas braguitas. Le pregunté si quería que la volviese a dejar en la calle donde la había recogido, pero me dijo que por esa noche ya tenía suficiente, me pidió que la llevase a su casa. En el viaje se mostró simpática y ocurrente, con una forma de ser, que, a lo largo de los años, y en sucesivos encuentros me cautivaría.