Los casos de Berenice Vineyards (vol. 2)
Fecha: 24/09/2017,
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Anal
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... estarán cansados... Cualquiera hubiera pensado que la agente estaba dispuesta a oficiar de acompañante hospitalaria para que Velma y Paul pudieran dormir toda la noche con la tranquilidad de saber que Robert estaba sano y salvo, pero ella sabía perfectamente que la forma elegida por madre e hijo para desestresarse no era precisamente dormir, sino coger como bestias en celo. Esa última noche a solas fue de ensueño; los tórtolos la aprovecharon al máximo echándose no menos de seis polvos. El orto le quedó a Velma abierto como una flor. Una hermosa flor que había madurado gracias a los pijazos de amor que le había asestado su bebé. Otra vez Vineyards retornaba a casa con un caso resuelto, pero nadie lo sabía. Cazadores de tangas Rellenita. Hermoso rostro. Potente cuerpo. Cabello largo, castaño claro, ondulado, con reflejos, atado, con rizada cola de caballo que caía hasta más de la mitad de su espalda. Las apretadas calzas grises se esforzaban para resistir la contundencia de sus gruesas piernas: dos imponentes macetas que desembocaban en un culazo descomunal. Sus bamboleantes nalgotas se hinchaban, una vez cada una, durante su paso regular: corto y rápido. El top que vestía se encargaba de resaltar sus fuertes caderas. Venía de hacer ejercicio. Cuando confirmó que eran varios los que la perseguían, aceleró su marcha. Sus perseguidores hicieron lo mismo. De vez en cuando volteaba ligeramente su cabeza en actitud alerta y vigilante. Estaba oscureciendo. Comenzó a correr cuando ...
... pudo verificar que se trataba de cinco enmascarados de gran tamaño. Éstos corrieron y la alcanzaron. Uno de ellos la empujó violentamente sobre el muro del jardín de una casa dejándola como partida en dos, con el abdomen apoyado contra el muro y el culito en pompa. Pidió auxilio. Nadie la escuchó. Mientras uno le tapaba la boca buscando callarla, otro le bajó la calza hasta las rodillas dejándole el culo al descubierto. La tanguita que llevaba puesta la gordita era tan pequeña que apenas se podía divisar un minúsculo triangulito negro incrustado entre sus enormes cachetes rosados, los que pronto se transformaron en objetivo de no menos de seis manos; parecía que había lugar para todas ellas. Una verdadera orgía dedos se celebró en aquel notable culote. Luego los atacantes descubrieron sus erectas vergas e hicieron una fila detrás de aquella hembra. Así fueron pasando por turno y, tras despojarla de su tanga, la culearon con apetito voraz. Una vez terminara la faena, huyeron al galope mientras guardaban sus complacidos miembros. La curvilínea chica quedó culito para arriba, llorando, balbuceando ayuda, con las nalgas chorreando leche de cinco pijas diferentes. Éste era el tercer ataque del mes en los suburbios de Manhattan. Todos similares. Tres chicas violadas por cinco enmascarados y ningún testigo (haciendo salvedad de las víctimas). Vineyards, junto con Scott Valley y algunos otros agentes de la Policía Erótica, llegaron al hospital St. Vincent´s, de New York, donde quedó ...