1. Umbral I El Inicio del Desequilibrio


    Fecha: 17/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos

    ... Encendió una lámpara pequeña, cálida. Puso música suave. Una base instrumental sin voz, sin letra. Solo acordes largos, como respiraciones profundas.
    
    Sofía se dejó envolver por la manta. Cerró los ojos.
    
    Y, por primera vez, no pensó en correrse.
    
    Pensó en lo que acababa de entregar.
    
    Y en lo que Bruno le estaba enseñando a sostener después.
    
    La manta seguía sobre sus hombros.
    
    Sofía no sabía cuánto tiempo había pasado desde que Bruno se alejó, ni cuánto llevaba ella sentada en el banco, con la respiración más o menos estable. A ratos creía estar bien. A ratos sentía que algo dentro de ella seguía tensado, como un músculo que no se relaja del todo.
    
    Pero había algo más.
    
    Paz.
    
    Una paz rara. Nueva.
    
    Y entonces, Bruno volvió.
    
    Se había lavado las manos. Ya no llevaba la camiseta. Solo el pantalón gris, suelto, el torso aún ligeramente húmedo. Tenía el cabello mojado, como si se hubiese enjuagado la cara con agua fría. Caminaba despacio. Firme.
    
    Llevaba algo en la mano.
    
    Una cinta.
    
    Fina, negra, de tela. No era una venda. No era cuerda. Era otra cosa.
    
    Se detuvo frente a ella.
    
    —Hoy vas a dar un paso nuevo —dijo sin rodeos.
    
    Sofía alzó la mirada.
    
    —¿Qué significa eso?
    
    Bruno le mostró la cinta, extendida entre sus manos.
    
    —Esto es simbólico. No tiene magia. No tiene truco. Solo tiene el peso de lo que representa. Pausa. —Tu primera marca visible de obediencia.
    
    Ella frunció ligeramente el ceño.
    
    —¿Quieres que me la ponga?
    
    —Quiero ...
    ... que me la pidas.
    
    Silencio.
    
    Sofía parpadeó.
    
    —¿Así?
    
    —Sí. De rodillas. Con la espalda recta. Sin vergüenza. Con la voz clara. Se inclinó. —Y me vas a pedir que te marque como alguien que ha elegido obedecer.
    
    La garganta de Sofía se cerró unos segundos. La manta aún sobre sus hombros. El pecho desnudo bajo la camiseta, el sexo aún vibrante bajo la tela del pantalón.
    
    —¿Y si no lo hago bien?
    
    Bruno ladeó la cabeza.
    
    —No hay bien ni mal. Solo verdad.
    
    Sofía respiró hondo. Se quitó la manta con las manos aún algo temblorosas. Se deslizó al suelo. De rodillas. Se acomodó. El banco detrás de ella. Bruno frente a ella.
    
    Lo miró.
    
    Y habló.
    
    —Bruno… quiero que me marques.
    
    Él no reaccionó.
    
    —Quiero que me señales como alguien que te pertenece. Al menos aquí. Al menos ahora.
    
    Bruno se agachó. Tomó su muñeca izquierda. Ató la cinta en torno a ella con un nudo sencillo, limpio, sin apretar.
    
    Cuando terminó, no soltó la mano.
    
    —Eres mía —dijo sin dramatismo—. Pero solo mientras quieras serlo.
    
    Sofía asintió. El corazón golpeándole dentro.
    
    Bruno le rozó la muñeca con los labios.
    
    —Y cada vez que me desobedeces, esta cinta te lo va a recordar. Pausa. —Y cuando te la quite… será por dos motivos: porque ya no quieras ser mía… o porque me hayas demostrado que lo eres de verdad.
    
    Ella tragó saliva.
    
    —¿Y cuándo pasa eso?
    
    Bruno sonrió.
    
    —Cuando ni tú misma quieras otra cosa.
    
    Silencio.
    
    Sofía bajó la mirada. Miró la cinta. Negra. Simple. ...