1. En promesa en años. Hecho infidelidad


    Fecha: 23/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... años lleváis aquí? -7 siete meses. -¿Lo conoces hace siete meses y vives con él? -Hace un año. Me mudé hace siete meses. Él tomó un sorbo más, dejó la taza a un lado. Rodó su silla, lo suficiente para que nuestras rodillas se chocaran y nuestras caras quedarán muy frente a frente. -¿Has follado con él? -¿Qué coño te importa eso? -¿Te lo ha hecho bien? -¿Qué? Se acercó a mí más, me tomó de las mejillas. -Responde puta. Ese tío, ¿te ha cogio bien? Me desprendí, lo abofeteé. -¡Vete! ¡Llamaré a seguridad! Leonardo tumbó su silla hacia atrás, se arrodilló, se acostó en mis piernas. -Quiero hacerlo yo. -¡Vete! -Déjame. -¿¡Déjame qué!? -Reventarte como es debido. -¿¡Qué!? -Déjame comerte el coño -murmura, con la cabeza arriba, me toma del cabello. -Abre las piernas, yo te quito eso. -¿¡Estáis loco!? -Venga... En ese momento me di cuenta que perdí. Mi coño se mojó. Mi boca se secó. Cuando sentí su aliento, lo besé. Su mano bajó a mi parte baja. -No puedo -le dije. -Estás goteando. Zorra. Otra bofetada. -Me las cobraré. Dime. ¿Quieres follar ahora? -Tengo a... estoy con alguie, Leonardo. -Estabas conmigo. Te fuiste. -Ya hemos hablado de eso. Leonardo se levantó y flotó el rostro. -Dame tu baño. -¿Para qué? -Necesito una paja. Hice una mueca. Leonardo se había alejado, pero yo me acercé, le dio otra bofetada. -¡Para ya que van muchas, guarra! Le di otra más. -¡Puta! En mi departamento, había un pasillo, así que el corrió. El final del pasillo, era una pared, se recostó ahí, escondió ...
    ... su rostro entre sus manos. Mi corazón latía rápido. Seguí lo que mi cabeza me decía. Caminé lentamente por el pasillo. Cuando llegué a su lado, me arrodillé. Él nunca levantó su cabeza. Me quité la camisa. El sotén me pesaba, también lo hice. Mis tetas quedaron al aire, las acercé a su rostro. Leonardo lloraba, no hablé, abrí con mi boca sus dedos, y metí un pezón en su boca. El lo lamió, pude sentir perfectamente sus lágrimas resbaladisas. Poco a poco, logré quitarme el pantalón. Mis gruesas piernas quedaron al aire. Leonardo nunca dejó de lamer y morder mis pezones. -Zorra -dijo de nuevo. Separé sus labios de mis tetas, y con rostro arriba, golpeé de nuevo sus mejillas. -Puta -dijo de nuevo. Otro golpe. Esta vez guardó silencio, bajó a su trabajo, pero lo detuve, me levanté y rápidamente, lo llevé al sofá. No podía llevarlo a la misma cama en donde follaba con Andrés. -Quita mis bragas. -le ordené. Su cuerpo cubrió el mío, estaba encima de mí. -Guarra. Otro golpe, mejillas ardientes. -Te saco las bragas si llamas al tío ese. -No. -Sí. Llámalo mientras te como el coño. -No tengo mi teléfono aquí. -Está en tu chaqueta, iré por él -le escuché decir. Me sentí intimidada al sentir el vacío en mi cuerpo. -Aquí está, llámalo. -Estúpido, sin ideas, esto es de novelas. -Zorra. Llámalo. Mi manó se levantó, me detuvo. -Llámalo. Otra vez le obedecí. Primera llamada, no contesta. Segunda, tampoco. Tercera, no. Leonardo me insitió. A la quinta llamada Andrés contestó. La polla de Leonardo ...