1. Amor en el Edén


    Fecha: 18/04/2018, Categorías: Sexo con Maduras Incesto Autor: Ser Pïter, Fuente: CuentoRelatos

    ... ganas, ya que estaba deseando dormir con ella; por suerte para mí dijo que no era necesario que sacrificase mi comodidad cuando había suficiente espacio para los dos en aquélla cama, en la que tres personas podían dormir con holgura, no pude estar más de acuerdo. Una vez colocado todo decidimos tomar una ducha, primero la tomó ella y después lo hice yo. Cuando salí del cuarto de baño; yo vestía con el pantaloncito corto del pijama; y entré en el dormitorio me encontré con que mi tía no se había cambiado todavía, permaneciendo aún con una toalla enrollada al cuerpo y otra en la cabeza a modo de turbante; estaba sentada a los pies de la cama llorando, me acerqué a ella y me senté a su lado. Tenía los ojos colorados por el llanto, cuando se calmó un poco y se hubo enjugado las lágrimas, me contó todo lo ocurrido en la última discusión con su marido y su firme decisión de divorciarse; no intenté de disuadirla de esto último; lo único que se me ocurrió fue rodearla con mi brazo, la giré hacía mí; conservó sus ojos bajos, y así siguió durante un rato; sentía compasión por ella, pero al mismo tiempo excitación. Al fin alzó los ojos, me cogió la cara con sus manos y me besó con un beso largo y profundo. La boca me supo a gloría. Cuando me separó de ella, me preguntó: —¿Me quieres? —Fui yo entonces el que cogí su cara, y la atraje hacía mí, la besé con más hondura aún que ella a mí; era una dulce, violenta y prolongada invasión. Cuando salió mi boca de la suya, le contesté: —Sí. ...
    ... Había dejado de llorar. Me abrazó, la abracé, y caímos enredados sobre la cama. Mi mano durante el arrebato, fue a dar sobre su regazo, Alex estaba excitada, el calor de su entrepierna y la incipiente humedad la delataban. Instintivamente, con un golpe de caderas, apretó su sexo contra mi mano. Se comportaba con naturalidad, con la generosidad que da la experiencia, sin el más mínimo sentido de culpabilidad. Por otra parte he de decir que por la cabeza tampoco se me pasó el hecho de que estaba haciendo el amor con la mujer de mi tío; sino que mi sueño más anhelado se estaba haciendo realidad. Seguíamos enredados, besándonos y con su sexo caliente y húmedo apretado contra mi mano. La toalla que envolvía a Alex se había soltado dejando su cuerpo al descubierto; comencé a recorrerlo de arriba a abajo acariciándolo con mis labios; mientras con mi mano seguía titilando su cada vez más húmeda entrepierna; me detuve en sus grandes, redondos y duros pechos; los besé y lamí; mordisqueé y mamé de sus oscuros pezones. Continué bajando por su cuerpo, hasta llegar al rincón más caliente de su ser; donde volví a detenerme; allí, en su sexo paseé mi lengua; arriba y abajo; varias veces, tomándome mi tiempo en su hinchado clítoris el cual besé lamí y sorbí; Alex empujaba hacía sí con las manos mi cabeza, a la vez que apretaba las piernas con fuerza; con este me sentía como un prisionero feliz porque se le permite alimentarse con el dulce Néctar de Ambrosía, el Manjar de los Dioses del Olimpo. ...