La mujer perdida II (Capítulo VII) - Relatos Eróticos

La mujer perdida II (Capítulo VII)

... besé…

Comencé a acariciarlo hasta llegar con mi mano a su húmeda cavidad vaginal, totalmente irritada, involuntariamente, comenzó a verter Un flujo lubricante, que delataba que la situación la estaba empezando a excitar.

Acariciaba con mi mano, su raja y sus labios mayores, de arriba para abajo una y otra vez, una y otra vez, hasta que finalmente sentí que estaba muy lubricada…

Y entonces aparte mi mano de su mojado coño y le solté una fuerte y Sonora cachetada en su precioso glúteo…

Después, otro en su cachete izquierdo, y después, uno más fuerte en el derecho, y así fui cachetadas cada vez más fuertes, hasta que vi que empezaba a gritar de dolor.

Sus gritos empezaban a sonarme a música celestial… Pero no quería hacerla vivir un tormento. De modo que paré las cachetadas y volví a acariciar su húmedo coño.

Empecé a imprimir velocidad a las caricias, mientras intercalaba, que mis tres dedos empezaran a follar su agujero, notaba a la perfección que lo tenía muy abierto y dilatado, cosa que me enfureció aún más, y tras cinco o seis en vestidas de mis dedos, volví a palmear ese culo, totalmente irritado y colorado, a cada tortazo que le daba más colorado se ponía, hasta el extremo que ya empezaba a sangrar.

En el momento que vi brotar pequeños puntitos de sangre, me di cuenta de que me estaba pasando.

Y paré, la cogí del brazo y la incorporé de nuevo, y al mirarla vi que lloraba desconsoladamente. Volví a cogerla de su pelo y besarla con pasión…

Con ...

... rabia… Con amor…

Es como si ella lo entendiera, como si supiera que esa era la forma de redimirse ante tal atroz, acto de traición…

Y nuevamente me puse ante ella la miré los ojos y volví a besarla, con pasión con furia, pero con un amor fuera de lo normal…

Después de ese intenso beso, me separé de ella y volví a mirar sus pechos, la agarré y la senté sobre la mesa, abrí sus piernas y empecé a besarle sus pechos, ella cerró los ojos, al besarlos veía las señales de su maculación, que por momentos me violentaban, de modo que fui ejerciendo presión sobre los besos que comenzaron a convertirse en chupetones fuertes en sus preciosos pezones, que ante la fuerte succión, se estaban poniendo de un rojos oscuro, se podía escuchar perfectamente como los quejidos de dolor, salían ahogados de la garganta de Coral, pero no podía evitar detenerme. Tenía que borrar a base de dolor y marcas, esas señales anteriores, a continuación de sus pezones, totalmente marcados e irritados y me dirigí hacia el resto de sus pechos, para morderlos con furia y con ira, Coral comenzó a llorar des desconsoladamente, ya sin miedo a que la escuchara.

Al oírla me detuve y bajé por su torso, besándola y mordiéndola.

Hasta llegar a su precioso e irritado coño.

Sabía que ahí me iba a recrear, del mismo modo que sabía que para ella iba a ser un tormento mucho más duro y doloroso por el estado de irritación que tenía…

Pero si quería mi perdón, tendría que pagar ese alto precio.

Al llegar abajo, ...