El arte de mi hijo - Relatos Eróticos

El arte de mi hijo

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- “Estoy seguro de que podemos manejar esto con una charla comprensiva y un poco de oración”, dije. Desearía haber sonado con seguridad mientras decía estas palabras.

Una vez que subí a mi auto, miré a mi alrededor y me aseguré que no hubiera nadie más en el estacionamiento. Saqué la libreta y observé todos los bocetos. Cada página se volvía más explícitos y detallados a medida que avanzaban. En cada dibujo siempre estaban los mismos dos sujetos: Javi y La Mujer. La mujer era unos centímetros más baja que Javi y tenía grandes pechos que colgaban sin el menor atisbo de flacidez, rematados por dos pezones oscuros. Tenía un triángulo oscuro de un espeso vello púbico entre sus largas y tonificadas piernas. Ella también tenía una marca de nacimiento, un pequeño lunar sobre su pecho izquierdo. En forma de un corazón.

La reconocí. Pude reconocer a la mujer sin rostro.

Era la madre de Javi.

La mujer con la que mi hijo se dibujó teniendo sexo… era Yo.

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Preparé una taza de té cuando llegué a casa y me senté en la mesa de la cocina. El té pasó de caliente a temperatura ambiente sin que yo tomara un solo sorbo. Sé que pasó al menos una hora, pero no me di cuenta. Mi mente se aceleró, pero no puedo recordar un pensamiento de esa agonizante espera en la cocina.

Fue suficientemente impactante descubrir que mi hijo dibujaba pornografía. Otra cosa muy distinta fue descubrir que era incesto. ¡INCESTO CON SU PROPIA ...

... MADRE!

Tuvimos suerte que la señora Ramos no supiera quién era la pareja sexual de Javi. Eso habría agregado otro nivel de perversidad al tema.

Todo esto sacudió mi sistema de crianza. Aquí yo era la esposa de un pastor. Pensé que había educado a Javi para que fuera una buena persona en todos los sentidos. Pero, ahora, me preguntaba cómo pude haber fallado tan miserablemente. Por supuesto, sabía que un chico joven (Javi había cumplido 18 años la semana anterior) tendría cierta curiosidad por el sexo. Pero, tener tal obsesión con la impregnación no era normal de ninguna manera. Y, aun así, ¿no debería ser con una chica de su misma edad y no con su propia madre?

¿Qué diría su padre? ¡oh dios mío! ¡Su padre!, "El Pastor Ed", como toda su congregación lo conocía, nunca debe enterarse de esto. Era muy estricto con Javi tal como era. Con esto, lo enviaría a una de sus rabietas religiosas fanáticas. Javi sufriría y yo tampoco escaparía a su justa ira, aunque no tuviera la culpa.

Ed nunca debe enterarse de esto. Aunque quisiera huir del problema y esconderme, debo manejarlo en silencio, discreta y sigilosamente.

Hablaría con Javi tan pronto como llegara a casa, le mostraría mi severa desaprobación, le haría prometer que nunca volvería a hacer algo así y rezar pidiendo perdón. Eso debería arreglar todo.

Estaba empezando a sentirme bastante bien con mi plan cuando Javi entró por la puerta de la cocina, actuando tan normal como siempre, como si esta libreta con bocetos obscenos no ...