Al Servicio del Sultán 3 - Relatos Eróticos

Al Servicio del Sultán 3

... habitación de Jimena, que ya se encuentra medio dormida, la despierto con un suave beso en los labios, que ella convierte en un apasionado beso agarrándome la cabeza.

“¿Pasa algo Eric?” me pregunta cuando rompemos el beso.

Podría mentirle y simplemente decirle que he venido a verla, pero sé que no iba a creerme. “Saladino me ha convocado mañana, seguramente para encargarme mi primera misión;” le digo.

“Eso es una gran noticia, llevas desde que regresamos a Alejandría esperando esto;” me dice sonriendo.

“Lo sé, pero estoy seguro de que será una misión peligrosa y de varios meses;” le explico bajando la mirada incapaz de mirarla a los ojos. “No creo que en tu estado sea conveniente que vengas conmigo.”

“¡Ni lo sueñes!” me grita intentando levantarse, aunque mi agarre se lo impide, “De ninguna manera voy a quedarme aquí.”

“Harás lo que te ordene;” le digo. “Te olvidas que eres mi esclava y tienes que obedecerme, te encadenaré a la cama si es necesario.” Añado empujándola sobre la cama, sentándome luego sobre sus piernas.

“Me escaparé para seguirte;” me grita intentando tirarme.

“¡Por favor Jimena!” le suplico, “No puedo estar pendiente todo el tiempo de ti, y no sé qué haría si te perdiese.”

Veo como Jimena desvía su mirada a mi brazo herido y deja de forcejear. “De acuerdo, pero no tomaremos ninguna decisión hasta saber exactamente qué misión te encarga Saladino;” me comenta.

“¿De acuerdo?” me pregunta al ver que no le contesto.

“De acuerdo;” ...

... le contesto.

“Perfecto, ahora fóllame;” me pide.

La obedezco encantado, aunque me gustaría colocarme entre sus piernas y comenzar a follármela, dado su avanzado embarazo, me tumbo sobre la cama y dejo que sea ella quien se empale en mi polla, aunque me sorprende gratamente, cuando esperaba que llevase mi polla a su coño lo lleva a su culo, provocando que de un pequeño grito cuando mi polla se abre paso en su interior.

Apenas estamos quince minutos follando, justo hasta que ambos llegamos al orgasmo, aunque me quedo con Jimena abrazándola, leyéndola un libro que tiene sobre una mesita, besándola y acariciándola.

Cuando por fin se queda dormida, salgo de su habitación para dirigirme a la mía, justo cuando voy a entrar la puerta se abre y unas sonrientes Yaritza y Merary salen por ella.

“Buenas noches Maestro Eric;” me saludan las dos sonriendo sudorosas.

Entro en la habitación y me acerco a la cama, Zeiga sigue atada como les había ordenado a las esclavas, su cuerpo está cubierto de pequeñas marcas de besos y mordiscos, de alguna marca roja de latigazos y restos de cera. Está dormida y no se da cuenta de mi presencia, hasta que me siento en la cama a su lado y llevo mis dedos a su coño, encontrándolo hinchado y todavía mojado.

Zeiga suelta un gemido al sentir mis dedos moviéndose dentro de su coño, y abre los ojos esperando encontrarse a Yaritza y Merary, al verme a mi comienza a forcejear con las ataduras y a insultarme.

“¡Desátame, maldito cerdo!” me ...