Al Servicio del Sultán 3 - Relatos Eróticos

Al Servicio del Sultán 3

... grita. “En cuanto lo hagas no vas a volver a tocarme en tu vida,” me dice acompañando sus palabras de nuevos insultos.

“Me parece bien;” le digo desnudándome, colocándome entre sus piernas, llevando mi polla a su coño para empezar a follármela. “Te follaré una última vez.”

Zeiga suelta un intenso gemido de placer al sentir mi polla entrando en su coño, el placer que siente es tan intenso que apenas se da cuenta de que desato sus manos y sus piernas, simplemente me abraza con fuerza empalándose más profundamente.

“Les voy a arrancar la piel a tiras;” me dice tirando su cuerpo hacia atrás, moviendo sus caderas contra las mías. “Voy a devolverles con creces todo lo que me han hecho, y a ti también;” añade agarrándose de nuevo a mi espalda, arañándome y mordiéndome en el cuello.

“Recuerda que tu quisiste esto;” le respondo soltando un fuerte gruñido llenando su coño con mi semen.

“Y quiero repetir, pero dentro de algunos meses, no creo que pueda aguantar otra noche como está;” me dice dejándose caer sobre la cama.

La noche ha sido tan agotadora que uno de los sirvientes de Saladino tiene que despertarnos para que no lleguemos tarde a la reunión. Cuando lo hacemos Saladino, Hafel y Moussa están charlando y nos miran sonriendo.

“Parece que ha sido una noche larga;” me dice Saladino acercándose a mí, saludándome con una reverencia y un saludo de manos, mirando de forma descarada los chupetones y mordiscos de mi cuello. El saludo con Zeiga es parecido, ...

... seguramente es la vez que más vestida va, pero ha sido la única forma que ha encontrado para cubrir las numerosas marcas de su cuerpo.

“Supongo que Hafel te ha contado lo que sucede;” me dice Saladino pasando rápidamente al asunto. “La situación es todavía más grave de lo que te ha contado;” añade invitándome a sentarme.

La siguiente media hora me cuenta todo lo que ha sucedido, la guerra es más inminente de lo que me contó Hafel, en pocos días Saladino al frente de su ejército partirá hacia Damasco, para desde ahí tener todo preparado para atacar Jerusalén cuando llegue el momento.

“Después de todo lo que te he contado, la misión que voy a encargarte es de vital importancia;” me comenta Saladino, “Necesito que viajes al sur, a la corte del Emperador de Etiopía Yekuno Amlak, tienes que convencerlo de que se mantenga neutral cuando ataquemos Jerusalén, no podemos desviar recursos a una amenaza en el sur.”

“Es un Emperador cristiano, ¿aceptará mantenerse al margen?” le pregunto a Saladino.

“Esa es tu misión;” contesta Saladino. “Llevarás varios acuerdos comerciales para intercambio de productos, tienes que convencerle de que nos necesita para vender sus productos a los reinos europeos y a Bizancio.”

“¿Qué puedes decirme del Emperador Yekuno?” le pregunto a Hafel.

“No demasiado, aunque lleva diez años en el trono, acaba de cumplir los dieciocho años;” comienza a responderme Hafel, “Es muy culto e inteligente, habla latín, árabe y varios dialectos locales y le vuelven ...