1. la sumisa y su novio cuckold


    Fecha: 06/12/2024, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: parejasumisa, Fuente: SexoSinTabues30

    ... apenas me percaté de la cercanía de unas pinzas metálicas. Colocó la primera en mi pezón derecho, la segunda en el izquierdo, y al prensar la rosca no pude evitar un grito de dolor. Fue como un pinchazo en mis pezones, y el grito fue corto y seco.
    
    Agité mis brazos y piernas, pero las severas ataduras me mantenían completamente inmóvil, y el único movimiento que pude hacer fue el de la cabeza y los dedos de las manos. Aferró su lengua a mi cuello, y empezó un rosario de lamidos y relamidos y besos que me derritió. No pude reprimir ninguno de los gemidos de gusto, mientras me acariciaba al mismo tiempo.
    
    Jadeaba yo posesa, y tenía convulsiones por todo el cuerpo que parecía que estuviera poseída. Yo estaba en un nivel sin cordura y fuera de todo control. Me encantaba, y a los diez minutos mis gritos de jadeo debían de oírse en el Polo Norte. Nunca me había oído yo gemir tan alto y alocada.
    
    Entonces tuvo una idea muy morbosa. Paró un momento y tomó el teléfono aun yo jadeando de excitación. Llamó a mi novio, y puso el altavoz en abierto. Habló con mi novio, y le dijo que me escuchara.
    
    Justo empecé a contar que estaba desnuda y atada en la cruz que volvió al ataque con los lamidos y besos por mi cuello. Con la entonación apoderada por los gemidos le conté me estaba lamiendo el cuello, y en medio de los besos le dije que estiraba de las pinzas en mis pezones. Aumentó entonces los lamidos por todo el cuello a un punto que incluso me costaba hablar, y cuando ya ...
    ... introdujo un dedo en mi vagina el grito de placer casi debería de reventar el auricular del teléfono.
    
    Los jadeos ya eran de delirio absoluto.
    
    Yo estaba en un estado que me había olvidado de que al otro lado del teléfono lo estaba oyendo todo mi novio. Su dedo rotaba a una velocidad de vértigo, y yo estaba todo el rato al borde del orgasmo. Me preguntaba impaciente a mí misma por qué no lo tenía de una vez, pero cuando se acercó a mi clítoris, tan solo rozarlo, ya fue el estallido. Estaba lista hacia mucho rato.
    
    Las ataduras me impidieron moverme nada, y las contracciones produjeron un terremoto en mí desde el cerebro hasta la punta de los pies.
    
    Entonces salió de la habitación y se puso a hablar por teléfono con mi novio. Oía un ronroneo, pero aún agitada y revuelta, y con los tabiques de las paredes por en medio y la Puerta cerrada, no entendí de qué hablaban. Oí una risa, un tono perverso, y a los diez minutos volvió. Oí abrirse cajones y el armario ignorándome por completo, que tampoco podía ir a ningún sitio con esas ataduras, y justo después de revolver unes cajas se aproximó hasta mí.
    
    Obedecí de inmediato, y la gruesa bola de mi mordaza que tenemos en casa entró en mi cavidad bucal. Apretó las correas, cerró la hebilla al máximo de ajustada tres mi nuca, por debajo del pelo, y amordazada me ordeno que le diera gracias.
    
    Sin perder tiempo, cubrió toda mi cabeza con el hood que tenemos. Por él mismo no podía haber encontrado ese material, por lo que supuse que se ...
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