Fantasías de una mujer madura/ cap. 9 - Relatos Eróticos

Fantasías de una mujer madura/ cap. 9

... cuenta de que mi tío lo único que hacía era amenazarme, pero nunca actuar, me fui como hilo de media, directo a la yugular.

—La que te espera, cornudo de mierda.

El tío siempre creyó que la tía Roxi me sacaría de su casa a fuerza de insistir en mi mala conducta. En mis “groserías”, en mis “confiancitas”. Seguramente yo logré intimidarlo, o tal vez por no contrariar a su mujer no se animó jamás a echarme él mismo.

Por eso el cornutío prefirió que fuese mi tía la que tomara la decisión de echarme de su casa, sin saber que su adorable mujercita estaba cayendo poco a poco en mis redes, primero a través de chantajes… luego… por su propio placer.

LA NOCHE DE LA FIESTA DE CUMPLEAÑOS

Estacionamiento de la fábrica. 8:09 pm.

No puedo creer que me esté sucediendo esto justo hoy, el día de mi cumpleaños. Justo hoy que soy un año más viejo. Justo hoy que soy un año menos paciente.

No sólo he salido casi dos horas después de las 6:00 de la tarde, que es mi salida habitual, de la oficina, ¡sino que el maldito coche se ha tenido que estropear! ¡No da marcha! De alguna forma extraña enciende cuando le meto el llavazo, pero no avanza. No da marcha. Es como si estuviera encendido pero sin llantas, aunque las tiene.

Si no hubiera tenido que hacer una cantidad ingente de pedidos de productos de peltre, no hubiera salido tan tarde y me habría dado cuenta a tiempo de lo que estaba pasándole a mi coche.

Ya hice mil mexicanadas (de esas que sabes por cultura general o que ...

... te cuentan los amigos con experiencia) y ninguna funciona. Es cierto que al coche le hace falta el servicio de mitad del año, pero nunca me había fallado como ahora. Siempre ha dado marcha. ¡Y justo tenía que fallar la noche de mi cumpleaños! Justo cuando mi esposa y el pendejo de su sobrino (cosa que me ha extrañado) me han organizado una cena en mi conmemoración.

—¿Dónde carajos estás que no respondes, Roxana? —le pregunto a mi mujer cuando por fin coge la llamada después de haber intentado un montón de veces—. ¡El coche no da marcha y no sé qué carajos hacer!

—¿Cómo que no da marcha? —me pregunta ella, pero ni siquiera noto preocupación en su voz—. ¿Sigues en la fábrica, entonces?

Trato de agudizar mis oídos pues hay música (de rap) a todo volumen en mi casa. ¡Joder! Gael y sus putos gustos musicales de mierda.

—Así como lo oyes, mujer, no da marcha. Encienden las luces, el aire acondicionado, la radio, y todo, pero no da marcha.

—Ah, que caray… —Roxana parece estar moviendo un objeto pesado. Escucho algo que se arrastra en el suelo, ¿una mesa? Y luego la letra horrenda de esa canción que suena en mi bocina—. Aquí Gael ya trajo tu pastel de chocolate blanco, como te gusta. Pensé que ya venías en camino, Jesús.

—¡Lo sé, Roxana! ¿Cómo me ha podido pasar esto justo hoy? —me quejo, imaginando una mesa larga, llena de copas, botellas de vino y tequila, así como charolas con carnes frías colocadas delicadamente, como todo lo que hace mi encantadora esposa.

Lo ...