Una Nueva Puta en el Catálogo... es Profesora - Relatos Eróticos

Una Nueva Puta en el Catálogo... es Profesora

... la música. La razón principal eran esas enormes plataformas circulares que debían ser unas cinco o seis dispuestas por todo ese salón principal en donde, hermosas mujeres vestidas de colegialas igual de eróticas que ella, bailaban con cada vez menos ropa. Algunas eran sensuales, otras se contoneaban con mayor exageración, otras enseñaban sus mejores atributos y Daniela pareció ver que una tenía un culo tan grande como el de ella y que se sacudía cerca de la orilla frente a unos atónitos muchachos que babeaban. Eran bellísimas, todas unas diez años menores que ella y todas con un kojak en la boca.

La profesora, caminando y esquivando a quienes bailaban, miró hacia el segundo piso donde se encontraba el VIP y rápidamente comprendió que desde el primer piso no se podía observar nada. A Daniela le pareció escuchar varias ofertas para bailar y quizás qué cosas más, cosas que ella no pudo entender bien por la música... pero ya no importaba, porque ya había llegado a su destino.

El guardia de brazos anchos y musculosos sacó el cordón que separaba la escalera de ese piso y, asintiéndole, le permitió a la mujer comenzar a subir esa escalera de caracol que conducía al VIP.

El segundo piso no era tan grande como el primero y desde ahí, al igual que desde la oficina de Ramón, se observaba todo. La diferencia notoria era que el VIP tenía su piso alfombrado y que el pasillo estaba claramente definido; hacia su izquierda tenía la baranda de plata y a su derecha diferentes áreas ...

... delimitadas por sillones y cortinas semitransparentes. Al medio de cada una de las áreas existía una pequeña plataforma con un caño en donde se contoneaba una colegiala. Eran mayores que las chiquillas del primer piso, más experimentadas, más voluptuosas y vestían atuendos escolares de diferentes colores. En el primer piso las muchachas utilizaban los clásicos trajes de colegiala sin mayor color, pero en el VIP Daniela observó que la primera llevaba uno donde predominaba el verde, en el segundo era rojo, en el tercero era blanco con detalles grises y ella vestía de color azul.

“Al parecer, aquí no se guardan nada” se dijo Daniela, no pudiendo evitar abrir mucho los ojos.

En la primera área la colegiala de verde esmeralda se contoneaba y bailaba mientras un grupete de hombres bebía, comía y reía. Pero en la segunda área la cosa cambiaba, la chiquilla rubia que vestía con tonos rojos escarlata estaba haciéndole la flor de chupada a uno de los hombres mientras los otros tres observaban sin dejar de sonreír mientras se pajeaban. En la tercer área la muchacha que vestía de blanco nieve con detalles grises cabalgaba sobre un hombre mayor mientras sus dos colegas bebían copas sin dejar de mirar, concentrados. Daniela tragó saliva y siguió hasta el final, hasta la cuarta y última área algo más apartada; justo a la entrada de esa área de finos sillones la mujer divisó una bandeja con copas de champagne y, cuando se decidió a tomar una, al levantar su mirada, un shock eléctrico ...