Decías no pero, empujando, hacías que fuera sí
Fecha: 27/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... cercano
- “Perdón, perdón, sé que conmigo no tenés compromiso ni obligación, pero te amo y por eso obré así. Hace unos minutos te vi entrar a la casa justo cuando una señora me llamó dándome charla, al lograr soltarme y mirar nuevamente veo entrar a tu ex novia, pasando los minutos me temí lo peor y fui, al llegar al baño escuché voces y sonidos de dos que estaban en el apogeo de una cogida, te imaginás el dolor que sentí pensando que eras vos y entonces, al borde del llanto, salí encontrándote”.
- “Por favor, seguime”.
Y la llevé al lado de la puerta lateral, debajo de un ventiluz que correspondía al baño y estaba abierto; eso nos permitía escuchar con cierta nitidez las voces de quienes estaban adentro.
- “Quiénes son?”
- “Con certeza no lo sé, supongo que serán tu marido y su secretaria”.
- “Hijo de puta, hasta ahora disimulaba un poco, se ve que la calentura es superior a cualquier escrúpulo, y tengo que aguatarlo, porque si me separo tendré que darle una casa, cosa que no merece”.
- “Vos sabés que en toda negociación es distinto el resultado según tu posición sea de poder o debilidad”.
- “Sin duda”.
- “Cómo te llevás con la dueña de casa”.
- “Bien, somos amigas aunque no íntimas”.
- “Entonces llamala pidiéndole que venga y te acompañe en el momento en que salgan, no pueden demorarse demasiado. Por otro lado también hay que tener en cuenta el valor del testigo, distinto es el electricista de la empresa que la esposa del gerente general. ...
... Esa será una carta a tu favor cuando tengas que negociar un divorcio”.
Y así fue; mayúscula sorpresa se llevó el galán cogedor cuando abrió la puerta y escuchó la voz de su esposa diciendo.
- “Julio, quiero el divorcio”.
El escenario preparado tuvo su efecto; la separación se produjo sin mayores dificultades y, ante la presión de perder el trabajo prefirió pasar a una sucursal.
Transcurridos dos meses, que nos tomamos para reflexionar sobre el lazo que nos unía, decidimos vivir juntos en la casa de ella con la certeza del mutuo amor. Y así fue que una tarde, al regresar del trabajo y recibirme con el consabido amoroso beso, me dijo.
- “Hola mi amor, necesito que hablemos”.
- “Introducción preocupante”.
- “No es algo malo, pero sí importante y trascedente”.
- “Primero me voy a sentar antes de seguir escuchando”.
- “Estoy embazada de unos tres meses, hace un rato volví del médico, no quise decirte algo antes de confirmarlo fehacientemente”.
- “Tres meses, y vos pensás que esa criatura es mía”.
- “Muy probablemente”.
- “Y qué querés hacer”.
- “Quiero ser madre”.
El diálogo fue en el sillón, uno al lado del otro, con caras y tono de voz acorde a la seriedad del asunto.
- “Y tu amor hacia mí ha cambiado en algo?”
- “En nada, y por eso no soy tajante en adjudicarte la paternidad, te amo demasiado como para arriesgarme a decir algo que después resulte mentira. Podría ser de mi ex en la última relación que tuve con él, que fue días antes ...