El masaje
Fecha: 16/03/2018,
Categorías:
Hetero
Masturbación
Autor: Dorsai, Fuente: CuentoRelatos
... cintura de avispa que se hacía llamar Rubí. Las tres se movían de manera sensual y cálida. Elegí a Bianca. Sonrió traviesa y me llevó a un cuarto. La tomé de la cintura y ella pasó sus manos por mi cuello. Sus labios quedaban muy cerca a los míos. Moviéndose cadenciosamente y acariciándome la nuca me explicó los servicios que brindaba (sin ningún tipo de sexo dijo con un gracioso mohin). Le dije que tomaría el masaje tántrico. - Ok mi amor, desvístete que ya vuelvo. Mientras me sacaba la ropa le di un vistazo a la habitación, un ropero vacío con algunos colgadores para colocar la ropa, algunos anaqueles en las paredes con velas aromáticas que nunca se habían prendido, una radio pequeña con un usb colocado en ella, un delgado colchón de masajes en el suelo y un espejo colocado en una de las paredes. Colgué mi ropa en los ganchos y me quedé con el boxer puesto, esperando la llegada de Bianca. Algunos minutos después ella entró y me quedé con la boca abierta y una durísima erección. Estaba con un baby doll rojo de gasa transparente, sus grandes senos estaban un poco caídos por la edad y sus pezones oscuros contrastaban con la piel blanca. Un pequeño calzón con un lazo de adorno apenas cubría su depilado coño y el hilo se perdía entre sus duras y perfectas nalgas. Lo mejor que tenía era el culo, con forma de pera y duro. Me abalancé sobre ella. Me faltaban manos para acariciarla. Le besé el cuello, palpé su hermoso trasero, sentí sus pechos en mi piel y mi verga se exaltó ...
... poniéndose dura y golpeándole el vientre plano. Me tomó delicadamente de la mano y me puso un dedo en los labios. - Tranquilo mi amor, tenemos tiempo – dijo seduciéndome. Dio dos cortos pasitos hacia mi, colocó sus manos en mi cintura y lentamente empezó a bajar el bóxer mientras sus ojos oscuros, pícaros y brillantes me excitaban. Mi verga dura y enhiesta salto golpeándole la nariz. Bianca rió divertida. - Es gruesa José, muy gruesa – se mordió el labio inferior, se puso de puntillas y me dio un rápido beso en los labios. - Vamos, échate. Me puse boca a bajo en la colchoneta En el reflejo del espejo pude ver como el baby doll caía al suelo seguido por el calzón. La verga la tenía durísima. Me la acomodé lo mejor que pude. Bianca se arrodillo a mi costado y dejó caer aceite en mi espalda, siguiendo la línea de la columna. Sus fuertes dedos empezaron a trabajar mis músculos. Las tensiones acumuladas por el trabajo y la familia se fueron desvaneciendo en sus expertas manos. Cada nudo fue tratado con meticulosidad y hasta algo de rudeza. Me estaba relajando y aunque no quisiera admitirlo, era agradable recibir un masaje de verdad. Mi pene empezó a relajarse y decrecer en tamaño. Extendió una capa de aceite en mis piernas y con esmero empezó a trabajar en ellas. - Me encantan tus manos Bianca. - Espera mi amor, que aún no llega lo mejor. Sus caricias llegaron de improviso y me excitaron como nadie lo había hecho. Con la yema de los dedos empezó a tocarme las nalgas, subiendo y bajando. ...