A por ella (III)
Fecha: 19/09/2017,
Categorías:
BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... acariciarme y chuparme toda la polla tiesa, que otra vez estaba a punto de correrse. Comencé a azotarle la espalda, mientras los azotes le hacían avanzar la cabeza engullendo mi miembro sin compasión. Su lengua recorría todos los rincones entre mordisquito y mordisquito, que hacían aumentar mi placer rápidamente, estaba seguro que había estado practicando y había aprendido muy bien la lección, de cómo ponerme a cien en pocos minutos. No por ello era mi esclava preferida. Pronto comenzó a gemir entre azote y azote, que cada vez aumentaba de intensidad y ella acompañaba con gemidos de placer, que junto a la mamada aumentaban mi placer. Su lengua buscaba mis más sensitivos rincones, sacándome todo el placer que podían sacar, y cuando ya lo habían exprimido bien, seguían por otro rincón para prolongar y aumentar el placer que me estaba sacando de mis casillas. Casi no coordinaba con los azotes en su espalda, cuando sus dientes mordisquearon suavemente mi verga, recorriéndola de principio a fin, haciéndome estremecer y agitando todo mi cuerpo en una tremenda eyaculación, que expulsó toda la leche que tenía reservada para Verónica. Me corrí mientras cerraba las piernas en torno a su cabeza aprisionándola, moviéndola al ritmo de mis espasmos, mientras iba escupiendo chorros de semen dentro de su boca, y ella seguía lamiendo y chupando como pudo hasta que dejé de eyacular. Sacando la verga de su boca, le ordené que se tragara todo mi esperma que con tanto gusto le había dado. Sin ...
... esperar un segundo, pasó garganta abajo, y muy sumisa sitúo la cabeza entre mis piernas esperando otra orden mía. Busqué su entrepierna, notando como los pelillos estaban empapados. Era hora de que mis dos esclavas se conocieran. Le saqué la careta y le até los pies de forma que pudiera caminar con pasos muy cortos. -Ven que vas a seguir lamiendo y chupando.- le dije con una sonrisa en la boca. Me siguió hasta el comedor muy lentamente, más que con pasitos, arrastrando los pies de lo corto que había dejado la cuerda. Al entrar por la puerta y ver a Cristina que estaba con el pepino en el culo atada en la mesilla, sus ojos se abrieron llenos de asombro e incredulidad. No pudo articular palabra. Me miraba y volvía a mirar a Cristina para volver a mirarme. -Ya te dije que había tenido alguna experiencia, ¿no? -le susurré. Afirmó con la cabeza y con la boca abierta. Le dije que se quedara quieta y que no hiciera ruido. Saqué cuidadosamente el pepino, el vibrador y la mordaza. La desaté sin quitarle los tapones de las orejas. La giré y le até los pies y las manos de la misma forma. Los pechos se me insinuaban junto con el coño, que aún tenía rasurado y con un poquito de liquidillo , mostrándome toda la hermosura que Cristina podía darme, pero que esta vez no gozaría yo. Obligué a Vero a arrodillarse delante de las piernas abiertas de par en par de Cristina y le desaté las manos. Vero la miraba con cara aturdida. Le señalé la raja de su compañera. Me miró sorprendida. Había entendido ...