La casa en la playa 14
Fecha: 31/01/2018,
Categorías:
Gays
Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues
Para entender este relato hay que leer previamente la serie "Las vías" pues allí se definen los personajes y, por supuesto, las partes anteriores de éste. Antonio solía pasar muchos fines de semana en la chacra de un tío, hermano de la madre, Juan Pedro, un tipo divino, bon vivant, solterón, bohemio, de unos 40 años, amante del buen rock and roll y de la pintura de Dalí, al que durante largas tardes trataba de imitar, en un caballete que ponía en la galería del caserón de la chacra. No era grande la chacra, unas pocas hectáreas, unos pocos corderos y unos pocos cerdos que vendía en las carnicerías del pueblo, algo de maíz, un pequeño criadero de truchas para los restaurantes de la costa, algo de factura de cerdo súper VIP, unas pocas holando para hacer unos quesos especiales que mandaba a Buenos Aires, lo necesario para vivir bien, sin grandes lujos ya que el tío no tenía intenciones de volverse rico. La casona de la chacra era increíble, sin duda remanente de alguna gran estancia que luego fue dividida y vendida, señorial, casi un castillo francés, amoblada exquisitamente y desmesurada para su único habitante, ya que el tío vivía solo, con dos peones que hacían casi todo el trabajo de la chacra. Pero inclusive éstos no vivían en la mansión, sino en la casa de los peones, que estaba a 100 metros y que, también de otros tiempos, podía albergar a 20, pero que era toda para Mancha y Gato, como Juan Pedro llamada a sus "peoncitos". Uno de esos fines de semana de verano, Antonio ...
... no dejaba de romperle las bolas al tío para ir a pescar algún bagre al arroyo, pero el hombre estaba ensimismado en su caballete tratando de que el culo de Gala le quedara tan bien pintado como le quedaba a su esposo, por lo que pocas ganas tenía de cambiar pinceles por lombrices. Sin sacar los ojos de la tela le dijo que fuera con Mancha y Gato. Los peoncitos estaban tomando fresco sentados debajo de uno de los eucaliptos del parque, Gato masticando una hoja verde del árbol (el mejor desodorante bucal que existe), y Mancha tirando piedritas a una lata que había colocado a unos metros. Cuando escucharon la propuesta de Anto, cuchichearon algo entre ellos, sonriendo, y enseguida aceptaron. Fueron a buscar un par de cañas al galpón y se encaminaron al arroyo, que distaba un par de kilómetros de la casa. Apenas arrancaron, Mancha y Gato comenzaron a hablar de sexo, de cómo le habían dado por el culo a tal mina, de que tal otra era más puta que las gallinas, que al quintero de La Amanecida le decían tres pies y que para coger se tenía que poner un pañuelo a mitad de la pija como tope porque sinó reventaba a las minas, que se comentaba que el hijo de doña Ester era puto.., todo con lujo de detalles que iban poniendo cachondo a Antonio. Llegados al arroyo, Mancha mandó a Gato que fuera a buscar lombrices al montecito. Gato con un tono de voz casi seductor, que confundió a Antonio, mirándolo directo a los ojos, penetrante, extraño, le preguntó "Me acompañás?". Salieron para el monte ...