Karina, el segundo encule de mi vida (2)
Fecha: 30/12/2017,
Categorías:
Grandes Relatos,
Erotismo y Amor
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
... con leños artificiales nos indicaban que estábamos en las cercanías de un nuevo invierno. Se escuchaban las olas del lago retumbar contra las lanchas alrededor y una vista espectacular se adentraba por los cristales altos y amplios donde se divisaban las luces difusas del lugar. Karina era caricias y besos como si fuéramos mozuelos… no nos cansábamos de comernos. Después de tantos besos y de yo masajear sus lindos y pronunciados glúteos sobre esa tela beige de superficie corrosiva afuera del pequeño muelle de la cabaña, nos fuimos directos a la cama, pues presentía que ese día Karina me dejaría probar ese orificio que tanto había anhelado. Me sorprendió el hecho que esta noche al despojarle de ese vestido nuevo y desconocido, vestía una linda tanga del mismo color. Nunca la había visto en tanga, pues según ella misma me lo decía, eran incomodas y no sabía el por qué las mujeres las usaban. Ella la llevaba puesta porque comprendía el morbo de un hombre, a los que ella comenzaba a conocer, y creo que intuía que a mí me gustaría verla así. No se equivocaba. Me tomé el tiempo para removerla y hacerle un delicado sexo oral. A los minutos gemía de placer y minutos después gozaba de su orgasmo con una vibración frenética de sus caderas. Me dio su delicado sexo oral por unos minutos para luego decirme: - Sr. Zena, tome lo que siempre me ha pedido. Se puso en cuatro intuyendo que esta era la posición más viable y no dije nada, mas quise manejar delicadamente todo aquello. ...
... Obviamente, era una delicia ver ese suculento trasero apuntar a mi rostro. Los glúteos de Karina son de los más perfectos que he visto en mi vida: sólidos, sin ninguna marca de extrillas y con una piel tersa, que solo se vuelve corrosiva con el impulso de las emociones cuando le llega esa sensación de escalofrió y se le ponen erizas. Mi pene estaba lubricado, por mis propios líquidos seminales y por su saliva, pero yo quería comerme su ano, quería que mi lengua intentara hundirse en ese rico ojete. Karina sintió la humedad de mi lengua y la agresividad con que le golpeaba su entrada. Solo oía sus gemidos y alaridos de placer. La volvía loca, pues no me desespere por penetrarla, quería disfrutar segundo a segundo y milímetro a milímetro cada poro de ese rico culo. No creo tener recuerdo del culo que más bese y lamí que el rico trasero de Karina. Era como ofrecerle al niño su idealizado juguete. Era como darle al sediento la última gota de agua. Perdí la noción del tiempo explorando con mi lengua el ano delicioso de esta mujer que me encantaba. Cuando asomé mi glande y lo apunté a su más apretado orificio, Karina exclamó con su voz calmada y sugestiva: ¡Con cuidado amor! Se lo deslicé poco a poco y tomándome el tiempo, con todo el tacto posible, pues Karina tiene el culo más estrecho que me he cogido en mi vida. Incluso, nunca le metí toda mi verga por el miedo a hacerle daño. Regularmente es solo el glande el que penetro y sin mucho movimiento le masturbo con alguno de mis dedos su ...