Karina, el segundo encule de mi vida (2)
Fecha: 30/12/2017,
Categorías:
Grandes Relatos,
Erotismo y Amor
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
... fueron esos que lo hacíamos como un juego en la oficina o como una salida a liberar el estrés. Recuerdo el día que este cliente chino me hizo enfurecer y prácticamente lo he despedido con una mala aptitud, algo que Karina raras veces vio en mi. El cliente se fue y ella cerró todas las persianas que me brindarían privacidad y donde regularmente me encendía el audio con música para relajarme, donde ella siempre se retiraba a su oficina. Aquella tarde, ella se quedó ahí y echó llave a la puerta diciendo: - ¡Ah Tony, me gustas aun así con tu mirada de diablito! Mira, que aun así enojado eres el hombre más guapo del mundo. Vengase para acá mi diablillo. Ella se sentaba en mi escritorio frente a mí y me exponía su rica conchita, pues regularmente no vestía prenda íntima. Un día que sucedió algo similar hizo lo mismo, pero esta vez me bajó el cierre y ella exponiéndome su trasero me dijo: - Quiero que respire diez veces profundamente y cada vez que lo haga, quiero sentir ese delicioso pene dentro de mí. No más de diez veces, pues recuerde… nunca hay que mezclar los negocios con el placer. No sé cuántas veces hicimos el amor en la oficina, regularmente después de horas de trabajo, pues era como un morbo extra hacerlo ahí. Honestamente, solamente con Karina tuve sexo en el trabajo, bueno, también con el primer amor de mi vida, de nombre Nadia y quien fue mi esposa. Aquella noche donde se me reconocía los logros obtenidos ese año y que Karina me decía sugestivamente que le pidiera todo ...
... de ella, en realidad me estaba diciendo que me quería dar su culo, que estaba dispuesta ya a experimentar algo que ella sabía ansiaba con tremenda locura. Supe que estaba decidida a todo, pues también por primera vez me tomó de la mano por largos tramos en aquella reunión con todos los ejecutivos, y en varias veces se acercó a mí para darme besos en los labios, como si de mi esposa se tratara. Ya no lo quería ocultar más, quería que todas las mujeres de la oficina supieran que ella era la mujer con quien cogía todos los días. Rivas fue el primero en acercarse y advertirme de esas cláusulas y reglas de ética en la compañía. Realmente no me importaba y le hice la broma diciéndole: Mañana tendrás mi carta de renuncia. –le dije. Él sabía que no me podrían despedir, pues yo y mi esposa fuimos los fundadores de esta compañía y si no era el presidente, era por mera política mía. Y si no podían ir en contra de mí, lo más probable irían en contra de Karina. Aquella noche de trofeos, el más grande y grato que recordaría en mucho tiempo fue el que me dio la misma Karina. Imaginaba lo especial que sería y por tanto, tan pronto Karina me dijo aquellas insinuantes palabras, hice que una de mis subalternas me reservara una cabaña a la orilla de un lago popular cerca de la ciudad donde vivo. Así que Karina se sorprendió cuando en vez de ir rumbo a casa, nos alejábamos de donde vivíamos. Una cabaña de madera de aspecto vieja, pero que tenía toda las comodidades del mundo moderno. La chimenea ...