Profesor de colegio
Fecha: 25/12/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... aprender a ser obediente? -Sí. -¿Estas segura de eso? -Sí, estoy segura. -¿Y como puedo estar seguro yo de que vas a hacer todo eso que me has dicho? -No sé. Si quiere a partir de ahora puedo pasar todos los días a primera hora por su despacho, y entregarle cada día lo que haya hecho del trabajo. -Ya, ya ¿y que pasa con las quejas de la hermana Marisa y de la profesora de gimnasia? -No sé... -Vamos a ver, a partir de ahora vendrás a primera hora todos los días a mi despacho. Quiero ver cómo haces los ejercicios de gimnasia, y cómo aprendes a llevar correctamente el uniforme. -Sí profesor, y ¿no me expulsará? -Por ahora vamos a dejar el castigo en suspenso. Si tengo alguna queja, por pequeña que sea, de tu comportamiento te expulsaré; por el contrario si me demuestras que puedes ser una alumna obediente, te librarás del castigo. -Muchísimas gracias Don Miguel. -No me des las gracias, ahora te queda por demostrarme que realmente estás arrepentida y que vas a ser más obediente. -Sí señor, ¿me puedo ir ya? -Por supuesto que no, pues mal empezamos ¿creías que ibas a salir de este despacho con el uniforme así?, las señoritas no llevan la falda de esa manera. Se fue a bajar la falda para irse, pero yo no estaba dispuesto a dejar que se fuese. Sabía que lo más inteligente era dejar que se fuese y mañana la tendría de nuevo en mi despacho, pero estaba demasiado excitado para eso. -Déjate quieta la falda. A ver, para que aprendas cómo se debe llevar el uniforme, y como debes ...
... comportarte en clase de gimnasia, vas a hacer unos ejercicios. -¿Otra vez lo de antes? -Sí, quiero que repitas el ejercicio una y otra vez, pero mirando al rincón, que yo tengo que trabajar. Se dio media vuelta y se fue a el rincón de mi despacho que está junto a la puerta. Comenzó a agacharse y levantarse. Cada vez que sus manos tocaban la punta de sus pies, me enseñaba sus braguitas. Tenía un culito pequeño y respingón enfundado en unas bragas de color blanco con puntillas. La pobre Cristina se había dado cuenta de que -con la falda tan subida-, estaba mostrando su ropa interior, así que cuando quedaba de pie estiraba del borde de su falda con la esperanza de que ésta bajase un poco. Cuando lo hacía, yo la reprendía por parar de hacer el ejercicio. Entonces me dí cuenta de que no podía dejarla salir del despacho. Si se iba del despacho y me dejaba así de cachondo, iba a estallar por dentro. No me creía lo que se me pasaba por la cabeza, pero me levanté de la silla dispuesto a acercarme a ella. Al oír el ruido de la silla al moverse, ella paró de hacer el ejercicio y se volvió para mirarme. -Continua, nadie te ha dicho que pares Ella continuó y yo comencé a pasearme por el despacho. Como estaba de espaldas a mi, podía mirarla descaradamente. Estaba muy nervioso, sabía que debía acercarme a ella, pero no sabía cómo hacerlo, así que continué paseándome por el despacho mirando como aparecía y desaparecía su precioso culito. -Tienes que hacerlo más rápido -le dije. -Es que me canso -dijo ...