1. La vida de Eve


    Fecha: 21/12/2017, Categorías: Dominación Hetero Autor: EvaManiac, Fuente: CuentoRelatos

    ... imaginación, pero también a la sensibilidad genital, sospeché que su trozo de carne debería estar ya bien cubierto con mi lubricante blanquecino. A cada acometida introducía un poco más los dedos entre mis dientes, llegando incluso a generarme unas arcadas cuando casi tanteó mi campanilla. No pude evitar salivar exageradamente haciendo que mis babas le recorrieran el brazo hacia abajo. Y entonces me volvía a regalar uno de sus murmullos: "también estoy en tu boca". Solo me liberó de ese coito digital cuando, sin esperármelo, salió del interior de mi coño y sustituyó su pollón por los dos dedos mojados que hasta ahora me follaban la cara. Pegué un salto de sorpresa y de incomodidad inicial, pero cuando comenzó un rápido vaivén con la clara intención de obligarme a chorrear contra el suelo, noté una repentina necesidad de descargar lo que me estaba rogando. Sin ser una fuente, sí que pude confirmar que empapé la mano de Paco de forma intensa, pero también mis bragas, posicionadas y dadas de sí a tan solo unos centímetros de mis dos agujeros. Podía también imaginar ahora mi semblante corrompido y emponzoñado con un deseo ardiente. Entonces Paco retomó su propio morbo, metiéndome de nuevo los dos dedos manchados de mí en la boca, e invadiendo mi chocho dilatado con su sexo firme y enhiesto. Es posible que, precisamente debido a esa expansión física que él ejercía dentro de mí, decidiera llevar a otro nivel el usufructo carnal, volviendo a salir de mi interior vaginal para ...
    ... tantear la areola de mi entrada más privada. Mientras palmeaba con fruición mi clítoris tumefacto, y yo saltaba de hipersensibilidad, empujaba su glande lentamente contra mi culo para pretender invadirlo. En ese momento yo dejaba escapar un gemido de delirio, y entonces retrocedía la maniobra y retomaba la follada para lubricar de nuevo y reintentar la sodomía. Paco intentó varias veces profundizar en mis intestinos, pero a cada milímetro más de penetración mis lamentos acrecentaban proporcionalmente. Supongo que repetir esas maniobras acabó no solo con su paciencia, sino con su aguante testicular. Debía estar ya tan cargado que desistió y volvió a las andadas iniciales. Entre varios gruñidos de advertencia, agarrándome ahora por la cintura con sus dos manos, y de vez en cuando atrayéndome hacia sí a través de mis hombros, el paleta acortó los espacios de tiempo entre una embestida y la siguiente. No parecía querer anunciar su final, pero yo notaba cómo esa incursión acelerada iba a derivar en un éxtasis repentino. También estaba llegando a mi propio límite, y le rogué un par de veces, entre sendos sollozos, que me follara más fuerte. Estaba ya tan congestionada que, cuando al fin comprimí su bate con mis espasmos orgásmicos, pude notar con extraña sensibilidad cómo las salvas de su semen golpeaban las paredes de mi útero, en una complicidad física final que nunca antes había experimentado. Algo me había quedado meridianamente claro acerca de Paco: era capaz de expulsar mucha ...
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