El autobus
Fecha: 14/12/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... conseguida probablemente gracias a ejercicio diario. Ella ni se movió. La posición de los viajeros era la justa para que nadie viese nada. Mi mano habia tocado, casi como en un azote, el culo de mi pasajera favorita, y ella no había hecho ningún gesto. Había que atacar de nuevo. Lentamente volví a aproximar mi mano. La punta de mis dedos llegaban justo al límite de su vestido por abajo. Agarré aquella tela extrafina y pasé mis dedos por debajo. La elevé un poquito, levantando inevitablemente parte de aquella prenda, mientras comencé a notar que mi chica favorita comenzaba a mirar de reojo. No hizo nada más, no dijo nada. Yo seguí ascendiendo, aún sin acercarme a su piel. Cuando calculé que estaba a la altura de la intersección de sus piernas con su tesoro, me eché para adelante. Alargué uno de mis dedos, y alcancé justo el pliegue de un tanga forzado a duras penas para tapa lo más bajo de la rajita del culo de mi amor. Allí noté el primer suspiro de ella. Fue breve pero apreciable. Seguido de una quietud por su parte que me dio definitivamente la bandera blanca para seguir con mis maniobras. Mi poya comenzaba a palpitar bajo mi pantalón, y mi dedo comenzó a tirar de ese tanga, hasta separarlo un poquito, lo justo para alcanzar aquel culito que, sorprendentemente, se inclinó levemente hacia mí. Si bien confiaba en que aquella hembra no querría montar la escena para seguir con mi sobeteo, lo que no esperaba es que colaborara. Aquello me puso mas cachondo aún, y no dudé en ...
... aprovechar el momento rápidamente, pues no sabía lo que duraría el viaje. Mi dedo comenzó a trabajar duro, recorriendo su culo arriba y abajo, jugueteando con su tanga, buscando su ojete para sondearlo e intentar lentamente una aproximación que se me antojaba celestial. Pero ella decidió otra cosa. Dio un pasito hacia atrás, y abrió su entrepierna lo justo, para que su coño comenzara a asomar en el campo de acción de mi dedo, que pronto comenzó a ser de mi mano entera. De reojo miré un momento por si su cabrón podría percatarse, pero estaba mirando absorto por la ventana en otra dirección, mientras yo me trabajaba a su mujer con el consentimiento colaboracionista de ella. No desaproveché, y comencé a palpar aquellos labios, que surgían gruesos, carnosos, albergando un clítoris que estaba tremendamente duro y sobresalía como una pequeña poya de aquel coño madurito. Fui más allá, y comprobé como por delante apenas llevaba una hilera de pelitos, por lo que se trataba de una hembra que coqueteaba también con su conejito. Mis dedos mas gruesos no necesitaron trabajar mucho para comenzara pringarse del jugo de aquella putita que ya giraba sus ojos hacia mi, entrecerrados, con una mirada de vicio y lujuria que clamaba por mucho más. Mis dedos anular y corazón iniciaron la penetración en su cueva, que se abría mas aun cuando separó aun mas sus pies, mientras se mordía los labios, mientras dejaba escapar un leve gritito que no fue apercibido por su cornudo, pero sí por mí, que decidí ...