1. El autobus


    Fecha: 14/12/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    EL AUTOBUS Eran las 9 de la mañana y el autobús marchaba en hora punta por la gran avenida de la ciudad. Yo había roto con mi novia hacia tres meses, y me encontraba en esa etapa en la que se mezcla la decepción con la ilusión por encontrar una nueva pareja que te haga olvidar la anterior. Y ahora que las noches se hacían más largas, echando de menos el cuerpo de una mujer, la fantasía siempre viajaba conmigo, igual que lo hizo aquella mañana de primavera en el autobús. Al principio no me di cuenta, pero fue al girarme bruscamente tras sortear un bache el vehículo, cuando la vi. Tendría unos 45 años, pelo castaño claro, unos ojos muy grandes, labios gruesos, y ligeramente más baja que yo. Miraba distraida por la ventana mas cercana, mientras se agarraba firmemente a una de las asas que colgaban del techo del autobús, mientras la otra mano se entrelazaba con quien debía ser su marido. Llevaba un vestido ligero, de tono verde claro, floreado, muy apropiado para la estación, y con un escote apreciable que mostraba dos pechos apretados y turgentes que recalcaba la belleza de aquella dama que mantenía a su edad una apariencia inmejorable. Más abajo, el vestido se curvaba bastante dejando adivinar un culo sobresaliente, respingón, y se ajustaba tanto que dibujaba perfectamente los límites de lo que debía ser un tanga bastante ligero. Finalizaba algo por encima de las rodillas, mostrando unas piernas no excesivamente delgadas, pero bien formadas y primorosamente depiladas. Pensé ...
    ... que aquella mujer era justo lo que yo necesitaría para aquellas noches. Comencé a imaginar todo lo que haría con aquella boquita, aquel culo, aquellas tetas tan relucientes, y pronto mi hombría comenzó a despertarse. La presencia de su pareja no me incomodaba; al revés, le añadía un morbo a la situación que alimentaba mi capacidad de fantasear, y también mi poder de convicción. No era tan difícil, un simple giro por mi parte, me situaría justo por detrás de ella, mientras el rostro de su acompañante quedaría tapado por su propia señora, por lo que ese riesgo quedaría descartado. Se trataba solo de comprobar si ella se daría cuenta antes o después, y si pensaría que debía reaccionar o dejarse hacer. El resto del autobús iba a tope, y todos los cuerpos agarrados, concentrados en no perder el equilibrio, hacían de parapeto para la escena que yo estaba dispuesto a protagonizar. Aproveché una de las paradas para soltarme, simular un relajamiento del brazo, y agarrar de nuevo la barra que andaba cerca de mi objetivo. Pero esta vez me giré, agarré con firmeza la barra, y dejé la mano izquierda suelta junto a mi pierna y a 15 cm escasos del culo de aquella madura maravillosa. Al arrancar el autobús, hice la primera aproximación. El movimiento de todos los que íbamos allí, brusco aunque corto, me decidió a alargar mi mano bruscamente, con la palma abierta, palpando el culo en toda su apertura de aquella dama, un culo que me resultó suave, turgente, con una redondez firme y poderosa ...
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