1. Rozarme con la chica del bus


    Fecha: 11/12/2017, Categorías: Lesbianas Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos

    ... el calor del motor del bus bajo mi culo; ¡y las vibraciones al acelerar el conductor si pericia!, era extraño, pero ese calor y esas vibraciones me hacían sentir "calentona". Al tenerla tan cerca aquel día, sintiéndome enamorada de ella desde hacía meses, mi corazón se aceleró!... miré hacia abajo y vi que nuestros muslos estaban a escasos dos centímetros de distancia, ¡tan cerca!, que una especie de electricidad me sacudió el muslo izquierdo. Estuve tentada de separar mis piernas hasta que se tocaran nuestros muslos; pero no me atreví, solo miré la piel desnuda de nuestras cercanas piernas, que asomaba bajos nuestras prendas de vestir, sin que lleváramos medias ese día medias ninguna de las dos. Nuestras piernas, Las dos, eran preciosas y tersas, pero mi piel de pelirroja, blanca como la leche, parecía aún más blanca junto a su bellísimo muslo suave y bronceado... sentí como mi sexo se humedecía y, el mero roce mis braguitas, contra los carnosos pliegues de mi sexualidad hacia que se me tensara la piel entre el chocho y mi suave ano. La chica morena es preciosa, su melena es larga como la mía, pero de color castaño oscuro. Su figura es elegante y sensual y, su mirada denota serenidad. Ese día, estando tan cerca de ella, pude ver en su mano derecha un sencillo y discreto anillo de casada. Ese día, ella acercó su muslo al mío como por casualidad y lo mantuvo apretado contra mí. La piel de mi pierna se puso como la carne de una gallina pelada, la de ella también, mi sexo ...
    ... entonces era ya "una fregona". Mi pensamiento estaba fijo en meter mi mano izquierda por entre sus muslos y bajo su vestido corto y ceñido de lana azul. Ella olía a gloria yo a Chanel. Mientras observaba la belleza de sus piernas, con su vestido por encima de las rodillas, me desprendí de mi aparente enamoramiento platónico por ella para poder ser la chica decidida que siempre he sido, y así atreverme a "meterle mano"; no me arrepiento, de nada. Puse mi mano sobre mi muslo, que estaba pegado al de ella, dejando mi dedo meñique separado del resto de la mano, deslizándolo hasta "montarlo" sobre el muslo de ella, ella, al sentir como mi dedo rozaba su piel, ¡dio en suspiro!, retiró su muslo moreno cerrando las piernas como un resorte. Yo no moví mi mano de donde estaba y, a los pocos segundos, la morena preciosa "abrió las piernas", apretando mi dedo meñique entre nuestros dos muslos… (Mi coño en ese momento ya era un manantial y mi corazón era el hocico de un conejo de campo). Saqué mi mano apretada entre nuestras dos extremidades; sin pedirle permiso y suavemente, la puse sobre la parte interior de su muslo derecho. Miré hacia adelante y vi que nadie nos estaba observando y, aunque el bus estaba medio lleno, no había nadie en la parte final del pasillo, ni en los asientos contiguos de la fila de atrás en la que nos encontrábamos. Dejé mi mano quieta agarrando la parte interior de su muslo, esperando su reacción… ella abrió más las piernas, como una gacela que se dejara cazar por una ...
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