Rozarme con la chica del bus
Fecha: 11/12/2017,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos
Rozarme con la chica del bus fue despertar sensaciones lésbicas ocultas en ella, una joven mujer casada llamada Adela. Aún no ha acabado, o puede que sí. Muchas veces, por la mañana, me encuentro con ella en el bus que va al centro de la ciudad; nuestras miradas se han cruzado más de una vez. A ella, igual que a mí, le gusta lucir sus piernas, pero en lugar de llevar minifaldas, como visto yo, le gusta lucir vestidos cortitos y elegantes. Muchas veces sus muslos bronceados por el sol me han hecho sentirme incómoda en el bus al no poder dejar de mirarle las piernas… es preciosa, la expresión de su bello y sereno rostro parece que penetra mi mente. Ella coge el bus en alguna parada antes que yo, no sé en cual, porque siempre me la encuentro al subir allí sentada en los asientos de atrás, situada junto al pasillo y luciendo la delicada, cuidada y bronceada piel de sus piernas. Ella mueve los muslos con mucha más elegancia que yo, no dejando que se vean sus intimidades en ningún momento, ¡bueno!, un día le vi la parte más inferior de una liga, prenda que no pensaba que se usara aun como algo cotidiano. Al pasar mi bono bus por el lector que hay junto al conductor, automáticamente y como un resorte, giro el cuello hacia el fondo del bus esperando encontrarla a ella allí sentada y, cuando descubro que ese día no está, el mundo se me cae a los pies por unos minutos. Por las mañanas, cuando me aseo en mi apartamento compartido, no puedo dejar de pensar mientras me maquillo y me ...
... pongo guapa que me arreglo por estar atractiva para ella, no lo puedo evitar, su mirada está "en presente" cuando me maquillo o cuando me cepillo mi larga y rizada cabellera pelirroja. Cuando me pongo las braguitas escojo las más bonitas y sensuales como si ella las fuera a ver o incluso me "las fuera a quitar"… eso me pone muy húmeda con solo pensarlo, unnnnn que me las baje enrolladas de un tirón seria genial. Desde que yo entro en el bus, si la descubro al fondo, su lugar favorito, desde ese momento mi corazón se acelera. Los asientos de atrás están vacíos casi siempre, el calor del motor, que está situado bajo ellos, los hace poco atractivos, sin embargo a la bella chica morena solo le gusta sentarse allí. Sorteando al resto del pasaje llego hasta la parte de atrás y, cuando esa morena preciosa me ve llegar cerca de su asiento esquivando a las demás personas, ¡de barra en barra!, "como una orangután pelirroja, se humedece los labios con su pequeña lengua y me mira, después mira la calle por las ventanillas con una expresión de felicidad sin mirarme allí de pie en el pasillo. Creo que le gusto. Cada vez llevábamos nuestras prendas de vestir más cortas, ella sus vestidos y yo las minifaldas; como una competencia del deseo. Un día decidí ser como siempre soy, decidida, y me senté en el asiento junto al de ella, a su derecha, los otros dos asientos del fondo a la derecha estaban vacíos, sentarse junto a ella era sentir una doble calor, la del calor de sentirla a ella junto a mí y ...