El manitas, su mujer y el cornudo consentido
Fecha: 29/11/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos
... tu aprobación. Le dije mientras me la seguía follando. Al poco se sacó la polla y empezó a masturbarse mientras yo seguía dándole lo suyo a Clara. Era bastante surrealista vernos así. Yo follando con su mujer, mientras su marido se masturbaba. Terminamos después de un rato y el seguía masturbándose. Se levantó al poco y fue a correrse en la cara de su mujer. Lo dicho, era surrealista a más no poder. Después de aquello, Antonio me pidió que me quedar a cenar con ellos. Yo les dije que no en un principio, pero insistieron tanto y me dijeron que me pagarían bien, que no pude resistirme. Cenamos animadamente y charlando de todo un poco. Cuando acabamos, me pidieron algo también surrealista. Solo que para entonces con el efecto del vino, ya me había acostumbrado. Antonio me pidió que me follara de nuevo a su mujer, con el delante, esta vez en su cama de matrimonio. Yo acepté sin pensarlo, quizá porque estaba un poco ebrio y quizá también en parte por el dinero que me habían prometido por mis “servicios” y como no, por lo buena que estaba Clara. Nos desnudamos los tres y Antonio se sentó en una silla que tenían en su dormitorio. Tumbé a Clara boca arriba y empecé a calentarla comiéndola el chocho. Miraba de reojo a Antonio y a este se le ...
... iba empinando. Su mujer gozaba como una loca mientras se lo comía. Cuando la tenía a punto, se la metí con cuidado. Empecé a bombearla, mientras su marido empezaba a meneársela. Le subí las piernas bien alto y seguí follándomela. -Ah, ah, ah, Clara, Clara, Clara. Lo que al principio me había dado mucho corte, ahora era muy morboso para mí. Ver como su marido nos miraba mientras yo me la follaba, era lo más. Clara se moría de gusto y de repente se giró y se quedó mirando a su marido. Se mordía el labio inferior y aunque estiró su mano izquierda hacia él, él no se movió. Seguía meneándosela sentado en la silla. Después de un rato, decidí cambiar de postura. Se la saqué y la puse a cuatro patas, pero de cara a la pared, de formar que no pudiera ver a su marido. El solo podría ver mi culo y sus piernas. Estuvimos un buen rato así, y Clara se corrió un par de veces. Entonces le pedí a Antonio que se acercara. Él estaba a punto y se corrió en la cara de su mujer, que se tragó su semen. Ya recuperados los tres, me di una buena ducha, me vestí y tras pagarme, me marché. Ellos quedaron en llamarme otro día. El otro día, en el cine, encontré una pareja con una mujer muy apetecible. He decidido seguirles y voy a ver si contratan mis servicios...