El manitas, su mujer y el cornudo consentido
Fecha: 29/11/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos
... entonces, estaba erecto. Salí de debajo de la pila y me levanté y la besé en la boca. Ella me tumbó en el suelo y se marchó un momento. Volvió con un preservativo y me lo puso. Se agacho y se la clavó. Empezó a cabalgarme con fuerza y empezó a gemir, primero bajito, susurros y luego más fuerte. -Ah, ah, ah, gemía. Yo estaba disfrutando mucho y me alegraba que ella también. A las mujeres hay que hacerlas disfrutar siempre en el sexo. Que la mujer disfrute, es el 75% del éxito de la relación. Al cabo de unos minutos, Clara se corrió con un gemido que no fue muy fuerte. Pero por su cara, había disfrutado bastante. Yo todavía aguantaba un poco más y después de cinco minutos más, me corrí también. Ella se salió de mí y me dio las gracias por haberla hecho disfrutar. -De nada, ha sido un placer, jeje. -Te pagaré la visita. -No, no tienes que pagarme nada. La visión de ella de pie, desnuda de cintura para abajo, volvió a ponerme a tope. Le quité el sujetador y la apoyé contra la pila. Cogí otro preservativo, y la penetré inclinada contra la cocina. Follamos así durante un rato. Ella se moría de gusto, mientras yo aguantaba un montón. Me dio por decir su nombre. -Clara, Clara, Clara, Clara. -Sigue, sigue, así, así, así....me decía. Luego ella se agarró al armario de la cocina y los cacharros empezaron a temblar. -Aaaaah, ¡me corro! gimió ella. -Espera, espera, me voy, me voy, me vooo... yyyy. Y me corrí seguido tras ella. Nos tumbamos en el suelo extasiados y nos recuperamos. -Ha ...
... sido magnifico, me dijo. Cuanto tiempo hacia que no gozaba así. Me has hecho sentir mujer después de mucho tiempo. Luego me vestí y ella se puso el pantalón y la blusa por encima, sin sujetador. Me acompañó a la puerta y no dejé que me pagara por la visita. -Hasta la próxima, le dije. -Te llamo pronto, tranquilo. Pasaron dos semanas hasta que Clara volvió a llamarme. Quedamos a las 5. Me presenté puntual y toqué al timbre. Me quedé a cuadros cuando abrió su marido. -Hola José Luis, me dijo, pasa. -Ahora es la ducha la que no funciona, me dijo Clara. Me puse a revisarla. La verdad, parecía atascada. Así como el desagüe. No me fijé en ese momento que Antonio traía una silla de tijera y abriéndola se sentó frente a mí. Yo andaba trasteando con la ducha, cuando veo que Clara se desnuda delante de mí. Me puse rojo como un tomate. -Tranquilo, me dijo Clara. Lo sabe. -¿Que sabe el qué? Intenté disimular. -Que hemos follado. Esta de acuerdo y quiere verte hacérmelo para aprender. Dios, no sabía que pensar. Ella empezó a besarme y yo me puse nervioso con él delante. Al principio mi polla no reaccionaba pero luego empezó a enderezarse y tras dudar yo un poco, nos pusimos a ello. La subí la pierna derecha y empecé con el mete y saca. -Ah, ah, ah, gemía. Su marido nos miraba mientras yo me la follaba. Lo que al principio me pareció algo extraño para mí, acabo convirtiéndose en algo morboso. -Cariño, ¿qué te parece? ¿Me folla bien? -Sí, Clara. Te folla muy bien. -Antonio, me gusta que me des ...