El regalo prometido: una noche con mi cuñada
Fecha: 28/11/2017,
Categorías:
Incesto
Sexo en Grupo
Autor: Médico, Fuente: CuentoRelatos
Tenía 38 años de edad, casado desde hacía 16 años con Martha, una mujer de mi misma edad, rubia, ojos claros, muy guapa, con muy buen cuerpo y que con el paso de los años, ha madurado como mujer a tal grado que cada día que pasa la deseo más, y los acostones con ella son cada vez más placenteros, pues hemos ido encontrando otras formas de disfrutar el sexo. Todo era felicidad, pero debo aceptar que desde hacía mucho tiempo, tenía fantasías que me excitaban a más no poder, hasta llegar a masturbarme imaginándola en situaciones muy cachondas. Ejemplo de lo anterior es imaginar a mi preciosa mujer siendo cogida por otro hombre en mi presencia, verla entregarse a otra mujer en fin, una serie de situaciones, que si bien es cierto, las deseo vehementemente, no me atrevo a cumplir. Ella se había enterado de estas fantasías y aunque muchas veces me ha dicho que está dispuesta a complacerlas cuando yo quiera, sé que por su formación y principios morales, llegado el momento, no serías capaz de hacerlo. Quizá la más antigua de mis fantasías es sin duda el hacerle el amor a mi cuñada Sonia, hermana de mi esposa, y que desde que éramos novios, he deseado al grado, de platicarle a mi mujer lo que le haría cuando hacemos el amor, situación que nos hace llegar a ambos a alcanzar orgasmos increíbles. Mi cuñada Sonia, es una mujer 3 años mayor que mi esposa, más guapa que Marta, con una figura delgada sumamente estilizada, con unos senos muy duros y muy bien formados, con preciosos pezones ...
... que ha dejado entrever más de una vez por debajo de la tela de blusas, en alguna fiesta familiar o al ir de visita a su casa, unas nalgas preciosas, muy duras y paradas, unas largas piernas excelentemente torneadas y unos pies, que si no son tan bonitos como los de mi esposa, son también fuente de mi admiración. El fin de semana anterior, cumplimos un aniversario más de boda, por lo que obligadamente unos días antes, nos interrogamos mutuamente que queríamos recibir como regalo. --Lo que tú quieras--- me contestó ella. Y yo, después de haberlo pensado desde hace algunos meses atrás, me atreví a pedírselo: quiero que me regales una noche con tu hermana Sonia. Quedó sorprendida de mi petición, pero después de un largo silencio, aceptó pensar cómo hacer coincidir a mi cuñada con nosotros esa noche, aunque me puso dos condiciones: la primera era que dependía de mí, si lograba yo llevarla a la cama o no y la segunda, que si yo lo conseguía, ella tendría que observarlo. El plan estaba trazado. Y todo se facilitó, cuando al invitar a mi cuñada y su esposo a cenar, ella comentó a Martha, que tendría que ir sola, pues su esposo, que es músico, por ser fin de semana, tendría trabajo esa noche. Aunque se sentía entre nosotros la tensión, la tarde pasó rápido. Mi esposa se veía exquisita esa noche, vestida con un top color negro y una falda larga con una gran abertura hasta su precioso muslo y zapatillas de tacón alto que resaltaban su preciosa figura. Yo ya iba caliente por el panorama de ...