Sorpresas te da la vida
Fecha: 08/09/2017,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... de la noche… ¡En mi casa me matan, me matan, por llegar tan tarde! Me besó, levemente, en la mejilla y desapareció a escape de mi lado; yo, un tanto decaído y sin saber muy bien el por qué, también abandoné el bar para recogerme al hotel. Y no sé por qué sería, pero esa noche no hice nada; no pasé los pedidos tomados a os libros de pedidos, ni escribí a las casas representadas ni hice nada, absolutamente nada de lo que, cotidianamente, hacía tras cenar. Nada de eso hice, excepto una cosa: Salir, después de cenar, a tomar mi café de cada noche con mi copita de “Magno”, de Osborne. Pero solo, sin la compañía de ningún compañero, cuál era mi sempiterna costumbre, sino solo… No sé bien qué me pasaba… O, también pudiera ser, que no quería responderme a esa pregunta: ¿Qué me pasa; porqué busco la soledad, huyo de toda compañía?... A la mañana siguiente volvió a instalarse la normalidad en mi vida, en mi espíritu, mejor dicho, al reintegrarme al viaje, siguiendo el orden normal de la ruta; de nuevo, se impuso la normalidad del diario trabajo, visitando plaza tras plaza, pueblo tras pueblo, ciudad tras ciudad, volcado en mi trabajo, despachando clientes a diario, sin pensar ya en nada más. Y así, el tiempo siguió su curso con su habitual languidez. El mes de Julio llegó a su fin, seguido del de Agosto, con las últimas boqueadas de la temporada Otoño-Invierno y al salir ya el nuevo, los nuevos, de la temporada Primavera-Verano, que saldrían, como siempre, a inicios de Octubre, tras ...
... un Septiembre un tanto baldío, vamos, que ni para Dios ni para el Diablo; con poco trabajo y tal… Y así, pián pianito, los meses siguieron pasando, Octubre, Noviembre hasta hacerse Diciembre, y con tal mes, mi nueva visita a Villanueva del Arzobispo. Pero esa visita fue distinta, muy, muy, diferente, a todo lo que yo, por sistema, hacía al trabajar una plaza; podría decirse, y con mucha razón, además, que mi principal objetivo, al hacer, visitar, Villanueva, no era vender, sacar lo máximo posible a cada cliente. No estaba centrado, casi me desentendía de lo que para mí debía ser lo principal, vender, lampando por que dieran las ocho de la tarde, incluso, las siete, para salir pitando hacia el famoso bar donde esperaba, estaba seguro, que la encontraría a ella…a Marina… No me lo explicaba, no acababa de entenderlo, menos, de asumirlo, que el verla fuera ya lo que principalmente me movía, me motivaba, nada más entrar en su pueblo… Trabajé, eso sí, con todos los clientes de la plaza, haciéndolo, como tenía por norma, con el tío de la muchacha a última hora del día, pero casi sin interés, sin la motivación que normalmente ponía con cada cliente, apatía que se agudizaba según pasaba la tarde, hasta hacérseme odioso trabajar a partir de las seis y mucho, siete y poco de la tarde. Realmente, yo no vendía, sino que me limitaba a anotar lo que, buenamente, el cliente elegía, sin casi animarle yo a comprar…a elegir… Vamos, que, prácticamente, “pasaba” de hacerle algo más que tomar la ...