1. Los pechos de mi mujer y mis enormes testículos


    Fecha: 23/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tentadores. Su pene era tan grande que parecía un largo y grueso salchichón poco curado, meciéndose hacia los lados cuando ella lo sacaba de su boca. La mamada se alargó durante varios minutos más, hasta que ví que el tensaba sus musculosas mientras que mi novia lo pajeaba a dos manos, manteniendo dentro de su boca únicamente la gruesa cabeza de su verga, Los carrillos de mi novia parecieron hincharse como si fueran a explotar, señal de que él eyaculaba abundantemente en el interior de su boquita, y ella tragó sin descanso, no dejando escapar ninguna gota. Al acabar se quedó entre sus piernas, mordisqueando sus peludos cojones y lamiendo las gotas que salían ocasionalmente por el grueso orificio de su glande, mientras se frotaba suavemente el clítoris y alcanzaba su orgasmo, poniendo una cara de vicio tal como nunca había visto antes en ella. Regresé a nuestra habitación, no fuera que me descubriesen, y me acosté, durmiéndome con una sensación extrañamente placentera. Varias horas después me desperté al oírla moverse por la habitación y ella cínicamente me explicó que el agua estaba maravillosa. Tal y como sospechaba, esa noche se mostró esquiva en mis aproximaciones y hube de conformarme con pajearme mientras ella dormía. Buscando en su bolso descubrí un papelito con un número de teléfono apuntado y el nombre del semental, que vivía en una provincia no muy lejana, lo que confirmó el potencial corneador de mi amante. Ni que decir tiene que tras las vacaciones le rogué a mi ...
    ... novia que se casara conmigo, en el convencimiento que me daba mi dilatada experiencia anterior de no encontrar nunca más otra mujer tan sensual y provocadora como ella. Me costó convencerla, debiendo asegurarle que sería tan tolerante y comprensivo de marido como lo había sido durante el noviazgo, y finalmente accedió para mi deleite. Tras la boda, como alguno habrá anticipado ya, se las ingenió para conseguir de mi un celibato absoluto, en forma se sexo tántrico, liberado tan sólo una vez por semana gracias a sus generosas pajas cubanas o, más ocasionalmente, mediante alguna penetración, y con ello logró definitivamente mi consentimiento de que mantuviese cualquier relación que pudiese apetecerle, sin necesidad de que yo la consintiese o ni tan siquiera estuviese enterado de ella. Por mi parte, aunque ella no lo sabía, pues era bastante celosa por raro que pueda parecer, yo me beneficiaba ocasionalmente de alguna aventura extraconyugal con mis antiguas amantes casadas, pero con el tiempo dejaron de interesarme, aguardando con amor y paciencia mi turno semanal con mi flamante esposa. Pasados los meses que enteré de que poco después de nuestra boda tomó como amante fijo al jefe de su empresa, un señor moderadamente mayor, muy culto, atractivo y refinado, a quien enloquecía y tenía completamente a sus pies, con lo que su promoción en la empresa fue fulgurante y nuestra economía familiar mejoró bastante. Supe luego que con anterioridad ella ya estuvo liada un tiempo con él, pero ...
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