Los pechos de mi mujer y mis enormes testículos
Fecha: 23/11/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de inmediato por los chavales y, poco después, por el hércules de color ébano. Al rato vi que los chicos salían con aire de cabreo, mientras que mi novia y el grandullón se quedaron dentro un buen rato. Luego él la acompañó a su tumbona, tomó asiento en la contigua e iniciaron una animada conversación, con abundantes gestos y risas por parte de mi amante, para desesperación de los chavales, que permanecían en las inmediaciones mirándolos con envidia. Al poco rato mi novia se despojó de su sujetador y observamos como las inmensas manos del hombretón le masajeaban a conciencia sus grandes tetas, que prácticamente desaparecían bajo ellas. Estando las cosas así, decidí presentarme y esta vez el acompañante de mi novia no se marchó al verme llegar. De hecho, se limitó a saludarme con una sonrisa un tanto despectiva cuando ella nos presentó y aceptó gustoso su invitación de acompañarnos a comer, para mi disgusto. Entramos flanqueándola en el restaurante y nos sentamos a ambos lados de mi amante, pero ella rápidamente cambió de lugar, pretextando que así le daba mejor el sol, situándose en una silla frente a él. Conocedor de sus jueguecitos bajo la mesa, sospeché de inmediato que sus pies estaban haciendo sus averiguaciones, especialmente cuando noté que él respiraba con dificultad, tratando de disimular, aunque al ver que yo parecía enterado se dedicó a disfrutar ya sin reservas del masaje y, pasados unos minutos, vi que se congestionaba, emitiendo unos resoplidos extraños. Al ...
... terminar la comida nos dijo el número de su habitación, mirando a los ojos a mi novia, pagó la cuenta y se marchó, aduciendo que necesitaba una siesta. Nosotros volvimos a nuestra alcoba, yo un tanto mosqueado a diferencia de cómo me sentía el día en que estuvocon los chavales, y cuando le insinué que podíamos echarnos también una siesta ella se negó, pretextando que al día siguiente se acababan las vacaciones y que quería aprovechar la piscina. Se ofreció antes a pajearme, cosa a lo que me negué estúpidamente por soberbia, pues intuía que era todo lo que iba a obtener de ella, y cuando me hice el adormilado percibí que salía subrepticiamente por la terraza. Ocultándome tras las cortinas la espié y vi que conforme iba hacia la piscina miraba en derredor hacia las otras terrazas, hasta que vio algo en una de ellas y cambió de dirección, entrando en una habitación situada al otro lado del jardín. Estuve unos minutos dudando si seguirla para espiarla y cuando me decidí, aprovechando que eran las horas de más sol y la piscina estaba vacía, tardé bastante en poder acercarme de manera inadvertida y espiar lo que tenía lugar en la habitación del gigante. Él estaba sentado, o más bien derrumbado sobe un sofá, abierto de piernas y ofreciendo una verga de dimensiones ciclópeas a mi novia, que arrodillada entre sus piernas la chupaba como si le fuese la vida en ello. Mientras tanto, él le acariciaba el pelo e indolentemente, le sobaba con despreocupación sus inmensos pechos, que colgaban ...