Los pechos de mi mujer y mis enormes testículos
Fecha: 23/11/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de la criatura. Tras pensarlo unos días, en los que se mostró huraña y esquiva, con veladas amenazas de divorcio y lloriqueos continuos, y al barajar las escasas alternativas que se nos planteaban, teniendo en cuenta que a mi también me apetecía la experiencia de la paternidad, accedí a sus pretensiones y, sorprendentemente dada la edad de este señor, a los nueve meses y medio de darle carta blanca dio a luz una niña preciosa que colmó todas nuestras expectativas. Por ello, y recordando el extraño morbo que me producía el saberla embarazada llevando en sus entrañas el hijo engendrado por otro hombre, así como por la sumisa docilidad que mostró conmigo durante toda su preñez, la animé a repetir la experiencia y ahora contamos con tres chicas saludables y elegantes como su inadvertido y casi septuagenario progenitor. Hoy día continuamos con nuestra rutina marital, avivada por sus fugaces aventuras, aunque yo ya tengo sesenta y cinco años y mi apetito sexual ha disminuido apreciablemente. Ella, que es bastante menor, se conserva de fábula a sus cuarenta años, habiendo incluso mejorado como le ocurre a los buenos vinos, por lo que todo el mundo nos toma por padre e hija y continuamente le surgen amantes. Ahora viene lo más curioso de mi historia. Durante los últimos tiempos me ha comentado en más de una ocasión en que nos encontrábamos algo bebidos, medio en broma medio en serio, pero suave y persuasivamente, que le produce mucho morbo la idea de poder castrar esos enormes ...
... testículos estériles que tengo, que ahora me cuelgan hasta medio muslo y que se encuentran ya prácticamente inservibles, a diferencia de los de su antiguo jefe, que la continúa inseminando con aplicación una vez al mes como mínimo y que intuyo que no tendría problemas en volver a preñarla si ella así lo quisiese. De hecho, ha insistido en esta idea perversa tanto y tan sutilmente, que se sorprenderán si les confieso que he llegado a contemplar la posibilidad de dejarla que lo haga, tal es su poder de convencimiento sobre mi cansado carácter. Creo que no habría mayores problemas médicos con el concurso de un anestésico local, pues mi mujer es una chica de pueblo y según me ha contado, en su adolescencia solía ver como capaban a los cerdos de la granja que tenían sus padres, por lo que conocimientos no le faltan. De hecho, dice que mis grandes testículos le recuerdan a los de los pobres cerdos, a los que cuando nadie la contemplaba atormentaba haciéndoles ver cómo arrojaba sus enormes huevos, una vez extirpados, a su perro pastor, que los devoraba con delectación. La verdad es que últimamente me plantea de una forma tan velada e insistente el asunto que me tiene medio convencido y, por otra parte, me intriga la curiosidad de comprobar si tiene en la cabeza la idea de que su actual perrito faldero, un yorkshire sumamente pequeño y agresivo, podría darse un atracón semejante, algo que dudaba al principio. De hecho, ahora intuyo que quizás sí, pues hace un par de años, un día que me ...