Cristina, Invadida por el deseo Cap I
Fecha: 08/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Tus Relatos
Autor: Dantes, Fuente: computo.ru
... puta, una perra que quería seguir jugando, o que jugaran con ella. “Perdóname, Pablo”, dije mentalmente, “perdóname por no poder evitar entregarme como una cualquiera”.
Caminé lentamente frente a él. Le exhibí mis pasos mejor ensayados, mientras le miraba el bulto en sus pantalones. Sabía que le gustaba que se lo mirara, y a mí me gustaba calentarlo; calentar a ese viejo que nunca había tenido una mujer como yo. Cuando pasaba casi rozándolo, el miserable no perdía la oportunidad de asestarme una nalgada o manosearme los pechos, a la vez que me insultaba llamándome puta, perra, culona… Yo estaba en el cielo.
―Eso, señora Cristina, menéele el culo a este viejo caliente... Muéstreme lo arrastrada que puede ser la esposa de mi vecino... Qué maraca más rica... ¡Y va a ser mía! ¡Cómo se me antoje! ¿No es así, putona?... ¡Vamos, respóndeme!―. El viejo se cruzó en mi camino, me tomó de las caderas y me clavó su bulto en la pelvis, mirándome a los ojos con una perversa mueca de satisfacción estampada en la cara.
―Sí, sí… don Tito... Mi cuerpo será suyo... y como a usted le plazca ―respondí, sumisa ante el avance de sus manos, que metió bajo mi blusa para sobajearme los pechos.
―¿Te gusta que te manoseen las tetas, putinga? —preguntaba apretándome los pezones, que estaban increíblemente duros.
―Sí, don Tito, me gusta mucho que me manoseen las tetas―. Llamar tetas a mis propios senos me excitó aún más.
―¿Y te gusta que te las chupen? ¿Quieres ser mi vaca lechera? —siguió, ...
... atrapando uno de mis pezones con la boca y dándole veloces lengüetazos.
—Me encanta, don Tito… Quiero ser su vaca, y ver cómo se traga mi leche...
Al oír mi respuesta, el viejo empezó a succionármelos con tanta fuerza que parecía una ventosa.
―Que lindas tetas Cristina, seguro a tu estúpido marido también le gustan― farfulló de repente en medio de su faena―¿le gustan?, ¿Cuánto le gustan?.
―Si, a él le gustan mucho Don Tito―respondí sin perder de vista su lengua, ofreciéndole mis senos para que los gozara alternativamente―se siente orgulloso de ser el único que las ha besado.
Al escuchar esto, abrió la boca hasta un grado increíble, y empezó a succionármelos como si quisiera tragárselos enteros. Yo me sentía ascender a un nuevo orgasmo, Pablo jamás había llegado a eso, me sentía muy deseada y sucia a la vez por permitirle a aquel viejo asqueroso manosearme de esa manera.
Al cabo de unos minutos, soltó mis tetas y puso sus manos en mi trasero.
―Ahora tu culo, yegua… Tienes un culo de ensueño, putona... y soy yo el que te lo va meter hasta el fondo, no el marica de tu marido... ¿Te gusta que te perforen el culo, perra?
―Me encanta, don Tito... me encanta que me abusen por el culo… y me encanta calentar a viejos como usted…
En eso sentí que metía un dedo en mi orificio anal, y solté un grito de dolor.
—¡Ayyyyy! ¡No, eso no...! ¡Por favor, suélteme don Tito, duele mucho! —gemí como una bebita asustada. El viejo retiró su mano, pero volvió a asestarme sus violentas y adorables ...