La reeducación de Areana (11)
Fecha: 28/08/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
escuchar lo que yo hablaba con Amalia y con la librera... -Sí, señora Elena… Es verdad, me… me excitó escucharla… -Te excita saber que te vamos a convertir en una nena muy puta… -Sí, señora… Es cierto, me excita… me excita eso… -Ya veo, grandísima perra en celo. Ahora vas a desayunar. –dijo Elena y puso galletas dulces trozadas en uno de los cuencos y leche fría en el otro. -Vamos, perrita, a desayunar. –ordenó y Areana se aplicó a comer las galletas y a beber la leche con el solo auxilio de sus dientes, sus labios y su lengua. Cuando terminó, Elena la dejó encerrada en el cuarto de servicio, con las manos atadas a la espalda para evitar que se masturbara, la obligó a ingerir un somnífero y se retiró con la idea de empezar a prepararla a las cinco de la tarde para su devolución a Amalia. …………. Mientras tanto, Amalia entraba a la habitación-celda acompañada por Melina, quien sacó a Eva de la cucha tirando de sus tobillos hasta que la dejó en el piso, de espaldas. -Sacale las esposas y los grilletes. –ordenó la dómina y una vez que Eva estuvo libre hizo que se pusiera en cuatro patas, tomó la cadena de su collar y la llevó al baño. -Melina, ponele una enema. –y la asistente se aplicó a cumplir con esa tarea. Llenó la bolsa con agua apenas tibia, puso un poco de vaselina en el extremo superior de la cánula y la introdujo unos centímetros en el orificio anal de Eva, para después abrir la válvula. La perra gemía a medida que el agua la iba invadiendo, gemía molesta pero a la vez ...
excitada por esa práctica humillante a la que era sometida. Por fin la bolsa se vació y Eva, hinchadísima, esperaba poder sentir rápidamente la necesidad de deshacerse de todo eso líquido mientras Amalia observaba con morboso deleite ese gran culo del que era propietaria. Un rato después Eva se libraba con intenso alivio de todo esa agua que la había inundado por dentro y era llevada por Amalia en cuatro patas al dormitorio. La dómina se sentó en el borde del amplio lecho y le ordenó a Eva que se echara boca abajo sobre sus muslos. Bastó sentirse en esa postura de absoluta indefensión para que Eva comenzara a excitarse. Recordó el intenso placer que había sentido durante la primera paliza recibida y ansió desesperadamente que Amalia comenzara a pegarle. Pero la dómina, antes de empezar con los chirlos, se deleitó acariciando largamente esas nalgas casi gordas de tan carnosas, redondas y de una firmeza admirable en una mujer de cuarenta años. Su mano derecha se deslizaba lentamente por ambas redondeces y de vez en cuando sus dedos pellizcaban y retorcían ese trozo de carne apresada y entonces Eva gemía de inocultable goce y de pronto Amalia alzó el brazo y descargó el primer golpe que hizo corcovear a Eva. -Voy a darle una buena zurra, puta. -Sí, señora… -¡Cierre el hocico que le estoy hablando!... La voy a nalguear en forma y usted va a decir gracias, señora después de cada chirlo. ¿Entendió? -Sí… sí, señora, sí… -respondió Eva respirando agitadamente por la boca, presa de una ...