1. Bajo el cielo de Siberia (3)


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... dirigiría, hablándole, rogándole, a un poderosísimo amigo; un fiel y buen amigo, omnipotente, en cuya mano estuviera el poder sobre la vida, el poder sobre la muerte… A Dios, real y verdaderamente, Nuestro Celestial Padre y Señor Omnipotente, sobre el cielo y sobre a Tierra, sobre el Universo entero y los Infiernos del Más Allá, de la Inmaterialidad En un diálogo sencillo, directo, como entre amigos muy cercanos, pedí a Dios le retuviera a su amo tan amado, su Alyosha, su amo Alyosha; le decía a ese Amigo Omnipotente que ya había perdido una hija, y que, por favor, casi a cambio de su hijita perdida, le conservara al joven amo Alyosha; una especie de irreal toma y daca o imposible permuta de muertos por vivos… Pasó la noche y el médico que operara al herido, casi moribundo ya realmente, salió de la tienda-quirófano, inquiriendo un cigarrillo; se llegó hasta donde ella estaba hecha casi un ovillo a un lado del complejo de tiendas, camiones y otros vehículos, ambulancias entre ellos, que formaban el escalón sanitario de la Unidad de la Guardia Roja. Le preguntó si él era su hombre, su compañero, y ella dijo que sí con toda contundencia; luego, el médico le dijo que su hombre estaba mal; muy mal, sin ambages, aunque cabían esperanzas…La operación había salido bien, y el herido la había aguantado mejor que bien; ahora, lo importante, crucial, eran las próximas setenta y dos/noventa y seis horas, los inmediatos tres, cuatro días siguientes. Si seguía aguantando, si los superaba, ...
    ... las esperanzas de retenerle entre los vivos, serían muchas Pero también le dijo otra cosa, más comprometida que lo anterior. El cirujano era hombre de edad madura, cincuenta, cincuenta y tantos años, circunspecto, muy discreto; uno de tantos profesionales buenos, eficaces, que la Guardia Roja, “manu militari”, bajo coacciones, movilizó, teniendo que servir bajo las rojas banderas quisieran o no quisieran, respondiendo de su buen hacer la vida d sus más directos, queridos, familiares, esposa e hijos; padres, hermanos…(1) Así que se limitó a decirle a Nadezhda que a su hombre había tenido que sedarle, y bien, pues en mitad de la intervención había empezado a proferir cosas muy peligrosas de haberlas escuchado otros oídos. Fue sólo eso, pero basto para que la mujer supiera que el médico estaba al tanto de que Alyosha era, realmente, de los “blancos”, y seguramente, un oficial, un alto oficial, incluso, pues también le habló de “tapar” un poco las manos de “su hombre”, por demasiado finas, sin asperezas ni callosidades… Manos que, desde luego, no eran de obrero, menos de campesino harto de labrar la tierra… Claro, que cabía fueran de “proletario” oficinista o dependiente de comercio… También supo, por propia deducción, que aunque el médico estuviera al corriente de todo, ellos estaban a salvo, a no ser que en el secreto entraran más personas, gentes inconvenientes… Desde entonces, Nadia estuvo junto al “amo Alyosha”, sin separarse de su lado ni un instante, tanto para cuidarle día ...
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