1. Bajo el cielo de Siberia (3)


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... muchacha preparaba sendas fogatas, dos al menos, a veces tres y hasta a cuatro llegó alguna que otra noche… Y con un oído bien despierto cada noche por si alguna que otra bestia, más osada que las demás, se acercaba más de la cuenta, para, al punto, salirle al paso con un hachón bien encendido para metérselo por los hocicos si necesario fuera. El otro gran problema fue subsistir, alimentarse cada día; y, de nuevo, tuvo que ser ella, Nadia, quien subviniera a la necesidad, acudiendo, principalmente, a la caza, tendiendo trampas, poniendo lazos, por donde atestiguaba que los animales más bien pequeños, liebre y conejo, principalmente, aunque también ardillas y un cérvido más bien pequeño, el corzo, frecuentaban el sitio; cuando podía, si el suelo no estaba muy helado y el producto era accesible, que no siempre, completaba la dieta con algún brote, tubérculo y demás; pero ya digo, eso no era tan fácil, pues en pleno invierno el suelo congelado lo impedía. Pero el largo invierno había terminado y Aleksei parecía, más que nada, resucitado, y con unas ganas de vivir tremendas. Entonces, con un Aleksei revivido, Nadezhda Semionovna supo del porué cesaron, repentinamente, las cartas y giros del “amo Alyosha”: Sencillamente, su buque fue hundido por un crucero alemán en el Báltico, salvándose él de hundirse con su barco a cambio de caer prisionero de los “boches”, hasta ya casi mayo de 1918, cuando los alemanes le liberaron a raíz del Tratado de Brest-Litovsk, que puso fin a la ...
    ... guerra entre la ya Rusia bolchevique y los Imperios Centrales. Pero también había otra cosa a la que debían plantar cara y de inmediato, además. Lo que habían vivido, aquél tremebundo inverno, no era vivir, pues, realmente, ni a malvivir llegaba; había que salir de allí, costara lo que costase, fuera como fuese, pero otro invierno más allí, en aquellas terribles condiciones, no podía ser. La gente del escalón sanitario rojo, también les dejó un mapa de la zona, que estudiado por Aleksei, les dijo que estaban en un punto casi equidistante, unos quince kilómetros, más o menos, a varios lugares habitados, uno al noroeste y otros cuantos, tres o cuatro, al menos, hacia el sur con ventaja, además, para los sureños al quedar en el curso del río Iset.(2) La suerte, lo que fuera, hizo que, finalmente, dirigieran sus pasos hacia uno de estos que quedaban al sur, Ipatov, y allí encontraron, justo, lo que ambos buscaban: Un lugar más pequeño que grade, una aldea rural con casi mil personas entonces, campesinos hechos a labrar la tierra, cuidar animales… Aunque, por allí, parecía darse más la pequeña ganadería, el vacuno, principalmente, por la leche, aunque sin tampoco dar de lado al cerdo… Y menos, a lo de arar, cultivar la tierra. Aquella noche fue la primera que en mucho, pero que mucho tiempo, durmieron en una casa de verdad…en una cama de verdad… Y, lo mejor: Todo suyo, de su propiedad. La cosa fue mucho más fácil de lo que en principio creyeron; sencillamente, nada más llegar a la ...
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