Nuestro naufragio
Fecha: 10/08/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... con nuestras pocas prendas y mirábamos abrazados el aparato que colgaba del cielo. Y arriba: Irma, nada más llegar a la cabina de detrás, se sacó el mono y se quitó el casco. Su cuerpo era de un blanco casi luminoso, su cabello rubio cortado a capas, sus muslos y cintura duros, su pubis muy poblado de vello rizado pelirrojo, sus tetas orondas con una amplia aureola sonrosada. Harvey, que entró tras ella, quedó boquiabierto ante tal belleza. "Harvey", dijo ella, "no te quites el mono, sólo el casco, y túmbate en la camilla." Harvey obedeció al instante. Irma lo miró con deseo: su cabello largo rizado, la barba de una semana... pensó que sería el macho apropiado para satisfacerla, no obstante antes tuviera que comprobar el tamaño de su polla. Irma comenzó a bajarle la cremallera del mono, descubriendo los pectorales musculados de Harvey, su abdomen de acero y su descomunal cipote que se sacudía por cada milímetro que crecía. No lo pensó dos veces Irma, y montó sobre él para poseerlo; galopó sobre él como una soberbia amazona, lanzando grititos agudos de ...
... placer. Harvey apenas podía creer lo que tenía ante sus ojos, aquella mujer, aquellas fabulosas tetas cimbreantes encima de su nariz, y comenzó a jadear porque el placer se le vino en cuestión de minutos y eyaculó; pero Irma todavía no había obtenido su orgasmo y siguió aprovechando la dureza que perduraba en su caliente coño, contorneado su cuerpo, hasta que gritó emocionada por su éxito al correrse como pocas veces lo había hecho, en pleno vuelo. "Bien, Irma, volvamos al rescate", murmuró Harvey acariciando el flequillo de ella; "Sí, Harvey, sí, volvamos", soltó ella derrumbada con los muslos abiertos sobre él. Mientras, abajo: "Luís, mira, ya, nos lanzan una canasta"; "¡Bravo!", grité lleno de alborozo. Una vez sentados a salvo en el interior de la canasta, mientras sobrevolábamos el mar, Vanessa y yo nos miramos. Nos sabíamos más unidos que nunca puesto que conocíamos hasta el secreto sabor de nuestros cuerpos. "Luis", dijo ella, "¿quién creerá en nuestro naufragio?"; "Nadie, Vanessa, lo llevaremos en nuestro interior hasta el fin de nuestras vidas."