Nuestro naufragio
Fecha: 10/08/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... hicimos. Tan sólo esperábamos que el conserje de la pensión donde nos habíamos estado alojando o el dueño de los hidropedales nos hubiesen echado de menos y hubiesen dado aviso a las autoridades: sólo esperábamos que viniesen a rescatarnos, entretanto... Las primeras horas perdidos fueron las más duras. Ya al atardecer nos entró una terrible sed: nuestras bocas estaban tan secas que apenas podíamos articular palabras. El agua salada del mar no era una opción, pues sabíamos de sus nocivos efectos secundarios, así que decidimos alimentarnos de nosotros mismos, de nuestros fluidos corporales. Estaba el sol poniéndose en el horizonte cuando pedí a Vanessa poder comerle su hermoso chochito; ella accedió. Vanessa se tumbó en la arena, se quitó el tanga y expuso su rajita flanqueada de vello a la intemperie, como si fuese una sabrosa empanadilla, para que yo pudiera saciar mi apetito. Yo me incliné de rodillas entre sus tiernos mulos y comencé a roer el pelo rizado negro, arrancando algunos a mordisquitos, los cuales, luego, terminaba por engullir; pero lo que yo ansiaba era su almíbar, ese jugo que nacía de las entrañas de Vanessa y que tantas veces había paladeado; así que empecé por introducir dos de mis dedos por su orificio, totalmente abierto, para estimular las secreciones, ella empezó a respirar con fuerza y entonces apliqué mis labios a la fuente y sorbí, sorbí fuerte mientras con la mano que me quedaba libre me pajeaba. Vanessa comenzó a jadear, a gritar, y me vino un ...
... preciado líquido a mi lengua, que después llevé a mi garganta para poder tragar, luego me vino un cosquilleo de placer a la punta de mi pene y pregunté: "Vanessa, ¿tienes sed?" Ella contestó "sí" suspirando. Me subí a horcajadas sobre su cabeza y expuse mi polla; ella elevó su cabeza, mamó unos minutos y obtuvo mi leche, después se relamió. "También me estoy meando, Vanessa, ¿quieres?" Ella asintió con un leve gesto. Me incorporé, me puse de pie y apunté a su boca con mi polla tiesa. La orina acertó a llenar sus labios entreabiertos. Vanessa cerraba sus ojos; mi orina rebosaba en su boca, ella la recibía ansiosa, con ahogos continuos; decidí entonces orientar el chorro hacia sus tetas, las cuales mojé sin dejar ni un centímetro seco. Ella alzó su cabeza y lamió sus propios pezones. "Ah, Luís, gracias, me estás salvando la vida, ¡qué haría sin ti!, esta noche, en cuanto oscurezca, te haré el amor cómo nunca has soñado", Dicho esto, Vanessa se quedó felizmente dormida. Nada más salir la luna llena, Vanessa se despertó y se acercó a mí. Yo dormitaba apoyando mi espalda en una estéril roca cuando la vi recorrer desnuda los pocos metros que nos separaban. Vanesa acercó sus labios a mi oreja y en un susurro me dijo: "Hazme tuya, ¿qué quieres que te haga?" Me empalmé nada más notar el tacto de sus tetas sobre mi torso desnudo, luego la besé con desesperación: sus labios, su cuello, su delicado mentón. Me tuve que inclinar para saborear la calidez de sus pechos en los que unas horas ...