¿Te mola mi trabuco?
Fecha: 23/06/2019,
Categorías:
Gays
Erotismo y Amor
Autor: Elegos, Fuente: CuentoRelatos
... médico o algo… — algo… podólogo… anda dúchate y ahora te corto las uñas. Por cierto, me llamo Manuel. — ¡Vale! Yo Jonatan, pero te ha molado mi trabuco, a que sí —al tiempo que balanceaba su enorme polla con su mano arriba y abajo. No le contesté, me fui a buscar el juego de herramientas que tenía de repuesto en casa, ya que allí había faena para rato. Iba bastante ofuscado, yo nunca he sigo gay, ni nada parecido. Tengo ya 44 años y no estoy para tonterías, estoy dos veces divorciado y me gustan las mujeres o eso creo. Aunque me vaya muy mal con ellas. Mientras estaba en mi habitación buscando los útiles me llamó una clienta pesada, y así estaba cuando escuche que a Jonatan salir del baño y llamarme. Contesté un simple «aquí» y colgué el teléfono diciéndole a mi clienta que tenía un cliente pesado y que no todos eran tan comprensivos como ella —hay que ser un poco pelota— Y así apareció en la puerta de mi habitación Jonatan, tapado desnudo y tapado solo con la toalla de antes. Se paró en la puerta, chorreando y mojándome todo el suelo —Oye, tú, no ves que me lo estás mojando todo… —ok, tranqui colega…— y dicho esto dejó caer la tolla y se puso de pie sobre ella diciendo —Ea! Ya está. De repente vio la cama y se le iluminaron los ojos. ¡Claro! en un piso pequeño con 7 niños una cama de matrimonio de 2 metros, como la mía, es un superlujo. Y diciendo un «otia que flipe de cama» se lanzó a ella. Y allí se quedó despatarrado con cara de felicidad. Me encogí de hombros y empecé a ...
... cortarle las uñas de los pies. Se dejó hacer sin quejarse mucho y manteniendo la expresión de su cara. Cuando acabé me levanté esperando que él también se levantara, pero solo me miraba. —Oye Manué, que digo yo… que bueno…que, bueno ahora que somos colegas. Pues, eso, que algún día me podrías invitar aquí a tu casa… a dormir en el flipe este de cama. Me quedé con la boca abierta, no sabía que contestar. Empecé a imaginarme cosas y mi cabeza daba muchas vueltas, así que sin cortarme un pelo le pregunté: —¿Tu que pasa que eres maricón o algo? —No, ¡qué va! A mí me gustan las chavalas y follármelas que mola. Pero no siempre puedo, y ando mu cachondo y en mi casa no hay sitio. Maricón es el Ricart, un colega, bueno no tanto, que me la chupo a mí y al Javi a la vez y nos corrimos en su boca y eso, to el asco. Ese no va con tías. Yo estaba con la boca abierta. No me lo podía creer, tenía a un efebo en mi casa, ofreciéndose para no sé muy bien qué y noté como mi polla empezaba a moverse lo cual me dejó más perplejo aún. —qué bueno que no pasa nada— Siguió diciendo, se le notaba nervioso y yo estaba en shock— esto no sería eso, solo unas pajillas, nos desfogamos y ya está, sin besitos ni mariconadas. Y a dormir anchotes. Y reaccioné, ¿en serio se me iba a meter un cuerpazo en mi cama para hacernos y unas pajas? Una paja me la sé hacer yo solo, no necesito un niñato de cuerpo perfecto como él para eso y menos con un pollón enorme. Y le contesté muy chulo —Mira chaval, tú lo que pasa ...