Agencia inmobiliaria
Fecha: 16/06/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ivana.cd, Fuente: RelatosEróticos
Era una tarde de invierno y me tocaba esperar a unos clientes en una casa que había intentado vender desde hacía unos seis meses. El barrio en el que la casa se encuentra es muy bonito y acogedor. Relativamente cerca del centro, muy tranquilo y con pequeños comercios alrededor que evita tener que tomar el auto para hacer las compras cotidianas. Una casa bien decorada y con grandes comodidades, pero que por los problemas de la recesión, tenía el precio un poco alto. Era un martes por la tarde, me encontraba un poco cansada y no me apetecía estar aburrida allí sin hacer nada. Por lo menos, quería cotillear un poco. Llamé a un par de amigas para saber si estaban libres y dispuestas a acompañarme porque por lo que veía, la espera se haría larga. Los clientes me habían llamado cuando ya estaba en la casa y me anunciaron un retraso de un par de horas. Ni tanto como para volver al trabajo ni tan poco como para que la espera fuera corta. Mis amigas no podían acompañarme. Sabía que mi marido estaba ocupado en una reunión importante, así que le descarté de plano. Se me ocurrió entonces llamar a Adolfo, otro vendedor de la misma inmobiliaria en la que trabajo, para saber si estaba libre y si podía hacerme compañía en una tarde que se me antojaba gris, y en la que había empezado a lloviznar un poco. Afortunadamente, Adolfo venía en camino porque había terminado sus actividades y estaba libre por el resto de la tarde. Suspiré aliviada pensando en lo bien que me vendría algo de compañía. ...
... Me gusta charlar y suelo llevarme bien con todos en el trabajo, pero no conocía tanto a Adolfo, así es que algo de conversación me llevaríaa mejorar nuestra relación laboral. Con él hablábamos en el trabajo, pero no de cosas personales. En más de una ocasión me quedaba mirándole intentando pensar en cómo podía ser su vida, sobre todo porque parecía un tipo interesante. Cuando llegó le estaba esperando con café recién hecho, que había encontrado en la cocina, y pude ver a un hombre con pinta de ejecutivo, bastante atractivo, bien vestido y de unos 40 y tantos años. Es lo que se dice un ‘madurito’ interesante. En ese momento nunca me hubiera imaginado con él desde el punto de vista sexual, pero la verdad es que si bien éramos compañeros de trabajo desde hacía algunos años, él siempre había resultado reservado. Muy amable y atento en el trato diario, pero apenas sabía que estaba casado y tenía dos hijos universitarios y una adolescente que estaba por salir de la prepa. Creo que sin saberlo, me tenía algo intrigada su reserva. Es un tío con el que se disfruta trabajar porque muestra siempre buen humor y compañerismo. Como en ese momento, claro, en el que había acudido a acompañarme cuando bien podría haberse ido a casa a disfrutar del resto del día. Pero no, estaba allí, con su sonrisa encantadora y el cabello ligeramente mojado por las gotas de lluvia que le habían cubierto en el trayecto de su auto a la puerta de entrada. En ese momento, si alguna de mis compañeras me hubiera ...