1. Afortunado Reencuentro (II)


    Fecha: 04/06/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sonrisa en sus labios - sí, pero me encanta -. Faltaba poco para que se la metiera entera. Jesús se alzó, y de un golpe seco y rápido se la metió entera. Hasta los huevos. Alberto soltó un fuerte grito. Temí que alguien del hotel viniera a ver que estaba ocurriendo. Jesús, con sus dos manos incorporó a Alberto hasta ponerlo a cuatro patas. Una vez que alcanzó dicha postura, empezó a moverse adelante y atrás, con un ritmo desenfrenado mientras ambos levantaban la cabeza por el gusto y soltaban gemidos de placer. Estuvieron así unos cinco minutos. Mientras, yo me pasaba un par de dedos arriba y abajo por mi clítoris sin perder de vista a la pareja de folladores. - Jesús, desvírgame por detrás - le pedí. - Vas a disfrutar como nunca, no se parece a nada que se halla hecho antes - dijo Alberto. - Pero quiero los dos a la vez - dije. Alberto se tumbó boca arriba en la cama. Yo, boca abajo, me tiré encima con las piernas abiertas. Mientras Alberto me la metía, pensé que podía correrme con un simple movimiento, pero no quería. Deseaba correrme cuando Jesús me la metiera. Jesús me pasaba la lengua por detrás para mojármelo, para que entrara mejor. Luego me pasó arriba y abajo su punta mojada para que cuando menos lo esperara me la metiera. Igual que cuando te ponen una inyección y te golpean varias veces con la mano primero para que cuando no te lo esperes te pinchen. Fue entonces cuando sentí miedo. Pero ya era demasiado tarde. Entonces ...
    ... sentí como la suavidad del capullo de Jesús comenzaba a entrar en mí por donde nunca antes había entrado nada. Sentí el paso de la parte del capullo al resto de la polla. Entraba y entraba sin parar, pero muy despacio, con calma. En esos momentos solo sentía un dolor que me recorría desde tal parte hasta los terminales nerviosos de mi cerebro. Cuando sentí que me la había metido entera, Jesús empezó a meterla y sacarla, adentro y afuera. Despacio al principio, pero incrementando la velocidad por momentos. Jesús y Alberto parecían estar interconectados pues ambos empujaban y la sacaban al mismo tiempo. Era algo inenarrable. Una sensación única en el mundo. Si ya es difícil de por sí describir un orgasmo, aún más difícil es explicar algo así. Estuvimos así durante al menos cinco minutos, al final de los cuales, yo fui la primera en empezar a corrernos. Los dos, al oírme empezaron a correrse también. Debido a los gritos y movimientos incontrolados, creí que íbamos a echar abajo el hotel. Luego me quedé dormida por el cansancio y el deleite. Capítulo XIII Cuando desperté a la mañana siguiente, Alberto ya había preparado las maletas para nuestra partida. No le pregunté por Jesús, pero me imagino que se despidió también por mí. Volvíamos a casa. A la monotonía de los trabajos en nuestra ciudad natal. Al quehacer diario del invierno. El año que viene Dios dirá. O ... Quizás apareciera Jesús un día por casa para saludarnos y quien sabe ... FIN 
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