1. Buenas compañeras


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos

    ... paseo y se acabó. Entonces él dijo algo así como: - “Bueno, puede que sí sea verdad. Si no, tampoco entendería que llevases condones en el bolso estando tu marido tan lejos.” Al tiempo que miraba hacia abajo y con dos dedos terminaba de separar los bordes de mi bolso. - "No eras tú al que le gustaban las chicas... uhmmm... ¿cómo has dicho?, ¿atrevidas?" le dije con cierto rintintin. - "Si claro, eso dije " Esta vez el sorprendido era él. A mí me gustaba que yo estaba llevando el mando y controlando la situación. Me excitaba y estaba dispuesta a seguir un rato más. Mientras, Róber trataba en vano de descifrar en mis ojos si llevaba o no bragas. - "¿Y porque no podría hacer esas cosas una mujer como yo?", y nada más decir esto tomé su mano que reposaba sobre mi trasero y fui guiándola con la mía por todo mi culo, por encima de la tela del vestido. No me podía creer ni yo misma aquella situación. ¿Cómo me estaba gustando tanto comportarme como una guarra?, obligar a aquel chico a sobarme, buscando las comisuras del tanga que llevaba puesto, y que finalmente encontró. Me gustó mirarlo a los ojos y ver la cara de lujuria que ponía, yo era en ese instante una diosa para él. -“¿Qué piensas ahora?, no te molestará que te haya tomado el pelo, a cambio de tocarme el culo ¿verdad?” Le pregunte muy próxima a él, esperando su reacción. Entonces, pasó lo que tenía que pasar. Me agarró fuerte de la cintura y me beso en la boca. Yo nunca había pensado que eso llegaría a pasar. Hacía tantos ...
    ... años que no besaba en la boca a otro hombre que no fuese mi marido, y me gustó, me gustó mucho. El maldito Róber besaba muy bien. Tras separarnos fui yo quien busco un segundo beso, esta vez más prolongado, demasiado hambriento. El interpretó esto como una aprobación, una carta de libertad plena, y de que quise darme cuenta me estaba metiendo mano por debajo del vestido. Menos mal que estaba de espaldas a la barra del bar porque si no le hubiese enseñado todo al portero. Me dejé hacer, y mientras me acariciaba por todos lados no pude menos que morderle en un labio. Nos comíamos el uno al otro, pero él al sin perder ni un segundo se dispuso a frotar todo mi sexo con sus dedos, recorriéndolo de arriba abajo hasta alcanzar la húmeda entrada de mi vagina. Pese a que me estaba gustando tuve que apartarlo y mirarlo, recriminándole con la mirada que aquella caricia había ido más lejos de lo permitido. -"Lo siento Montse, perdóname. No quería molestarte, de verdad." dijo avergonzado por su osadía. Verle así, encogido y temeroso de quedarse “sin postre” me pareció muy gracioso. La maravillosa y desesperada pasión con la que me había besado me dejó aturdida. Además, aún sentía la conmoción interna que me acababan de hacer sentir sus virtuosas manos debajo de mi falda. Estar tan cerca de él me cautivaba de tal manera que creí ser una pequeña cucharilla de café atraída, sin remedio, por un poderoso imán. Así que en un ataque de demencia e indecencia, y sin dejar de mirarle a los ojos, me ...
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