MUÑECAS RUSAS
Fecha: 11/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos
... dejar expedito el acceso a su coño, anhelante, sobre el que colocaría la boca para juguetear con los labios de ella, chupándolos, mordisqueándolos, abriéndolos para introducir la lengua en la vagina, sacarla empapada de sus jugos y comenzar a lamerle el henchido clítoris. Llegado a este punto Braulio habría liberado su pene de la bragueta y se masturbaría, deleitándose con los brillos que las imágenes del televisor reflejarían sobre la superficie del glande. Aguardaría a correrse en el momento en el que su mujer mostrara los espasmos de su propio orgasmo, acompañados de ese característico gemido, tenue y profundo, que tan bien conocía. Después, derrengado sobre el sofá, trataría de interpretar la irónica mirada que Laura, como siempre, lanzaría fugazmente hacia la cámara. *** Hacía tiempo que Susana disfrutaba observando las singulares relaciones conyugales del matrimonio que habitaba el coqueto chalet situado frente a su apartamento. Desde que descubrió la morbosa curiosidad que le despertaban sus costumbres sexuales, el regreso cada noche a aquel frío y solitario piso se había transformado en un excitante paliativo contra sus inacabables, y en ocasiones depresivas, jornadas laborales. La cada vez más habitual vigilancia a la que sometía a sus vecinos –facilitada por su material de trabajo: prismáticos, teleobjetivos…– le había abierto las puertas a un fascinante drama de infidelidad, homosexualidad, fetichismo, masoquismo y vouyerismo representado al otro lado del ...
... cristal de la ventana. Rendida a la irresistible punzada del deseo acercó una vez más su ojo a la lente del telescopio –sabía que el capítulo diario de aquel culebrón real ya había comenzado al ver aparcado el coche del marido ante la casa– y entre las cortinas semiabiertas intuyó la figura del hombre, sentado ante el televisor, masturbándose ante la última grabación de las infidelidades de su mujer. La escena le excitó, abrió su ligera bata de inspiración oriental que se había puesto tras despojarse de la ropa de trabajo y comenzó a acariciarse. Empezó por los senos, delineando con las manos las redondas formas y estirando sus pezones hasta lograr un punzante y delicioso dolor; continuó descendiendo hasta el ombligo, donde jugueteo en el pequeño hoyuelo, antes de meter una de las manos entre sus piernas, acariciándose por encima de la braga; y mientras dentro del círculo de cristal la borrosa figura aceleraba el ritmo de su autoestimulación, preludio de un próximo orgasmo, su mano se introducía en la húmeda tela para pellizcarse los dilatados labios y acariciar el lubricado clítoris. Los estertores de su onanista vecino delataron la eyaculación y Susana, sintiéndose arder, redobló el brío de su masaje en busca de un orgasmo que se mostraba esquivo, en tanto su mente viajaba dos noches atrás, a aquella oscura calle, a Dehesa, al “Toni” y a su mulata. *** Esa semana le había tocado servicio nocturno. Le habían asignado eventualmente como compañero a Dehesa –el habitual, Ortiz, se ...