1. MUÑECAS RUSAS


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos

    Laura notó un estremecimiento cuando la esbelta figura de María se recortó en el vano de la habitación. Su mirada descendió desde los exóticos rasgos del rostro hasta los pequeños senos, para continuar a través de la curva del abdomen, velado por la traslúcida tela del liguero, hasta alcanzar el oscuro y ensortijado triángulo del pubis. Evocado éste más que visto, pues un arnés de cuero se interponía entre los ojos de Laura y la anhelada hendidura de carne; de aquél colgaba, retador, un dildo de notable tamaño. Ante la exultante, casi insultante, anatomía color tostado de María, Laura experimentó una cierta vergüenza, sabedora de que su cuerpo de cuarentona, aunque bien conservado gracias a sus regulares esfuerzos en el gimnasio, lastraba el implacable juicio del tiempo y la gravedad –¡maldito Newton!–. –Has sido una chica mala –acusó burlona la chica con su acento sudamericano, aproximándose con sensual contoneo a la cama, lo que provocó el balanceo simultáneo de tetas y dildo–. Voy a tener que aplicarte un correctivo. El cachete que lanzó contra el interior del muslo resonó en el silencio de la habitación y el cuerpo de Laura, maniatado de pies y manos, se estremeció con una descarga de placer. Un segundo azote, próximo a la ingle, le arrancó un gemido. –Esto te gusta, ¿verdad perra? –murmuró con excitación María, que sujetó con la mano el sintético pene y lo aproximó al coño, abierto, dilatado y mojado, penetrándolo despacio, con delicadeza, hasta sentir contra su pubis el ...
    ... fino vello del felpudo de Laura, el delicado roce de la piel que unos segundos antes había azotado, los dos pares de senos aplastarse entre sí, la pegajosa sensación provocada por la película de sudor que cubría ambos cuerpos… –¡Dios! ¡Mi marido! –gritó Laura al escuchar el ronroneo del coche que acababa de aparcar frente a la casa, al tiempo que María extraía de su interior el consolador empapado de sus abundantes jugos. *** Braulio apagó el motor y permaneció dentro del coche, en silencio, observando la ventana de la habitación. Disfrutaba, de vez en cuando, adelantando su regreso del trabajo e imaginando la reacción de su mujer, quien apartaría de encima –o de debajo– a su ocasional amante para vestirse ambas a toda prisa sin dejar de vigilar la puerta, temiendo su inminente aparición. Se deleitaba adelantando su entrada en la casa, recibiendo el forzado saludo de una agitada Laura que miraría de reojo como la asistenta terminaba de abotonarse la bata. Se excitaba pensando en el momento en el que descargaría la memoria de la pequeña cámara digital oculta en la habitación y, una vez solo, disfrutaría de la grabación. Vería a la hermosa María acariciar con su lengua los rosados pezones de Laura, descendiendo a través del valle de sus senos, dejando un húmedo rastro de saliva en la suave curva del abdomen hasta juguetear con los rizos del pubis. Se situaría en el lugar de la chica, imaginando que eran sus manos las que colocaba sobre los muslos de su esposa para apartarlos y ...
«1234...»