Tengo una historia que contarte
Fecha: 20/04/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Infidelidad
Autor: Lauer, Fuente: CuentoRelatos
... castas que recibí nada más salir de casa, mi cuerpo se incendió. El día era espectacular. Un soleado día de mediados de verano. Llegué al club y comprobé que no había casi nadie. Normal, la ciudad estaba medio vacía y la hora era muy temprana. Pero no estaba completamente sola. Además del empleado que deambulaba realizando las tareas de mantenimiento de la piscina, había una mesa ocupada por un par de caballeros junto al bar/coctelería que inmediatamente notaron mi presencia. Me di cuenta de inmediato que estaba siendo vigilada, examinada. Me sentí halagada. Sabía que en esos momentos esos dos caballeros, nadie diría que lo fueran por su manera de mirarme, estaban repasando cada una de las partes de mi cuerpo. Obedecí a mis instintos femeninos y les dejé contemplarme. Fisgoneé por completo el lugar buscando donde ubicarme. Para ello me detuve en varias ocasiones girando mi cuerpo a derecha e izquierda intentando encontrarlo. Con ello les daba la oportunidad de deleitarse mirándome creyendo no ser descubiertos. En un par de ocasiones les di la espalda durante unos largos segundos. Finalmente me decidí por la zona de hamacas cerca del bar/coctelería. Cerca de donde estaban ellos. Iba erguida y muy segura de mi misma observándolos con la mirada oculta tras las gafas de sol. Pasé muy cerca. Estaban examinando mi cuerpo, sobre todo mis tetas y al dejarlos atrás, sabía que contemplarían sin rubor mis caderas, mis piernas y, para mí, mi glorioso culo. La situación de observar y ...
... saberse observada, deseada, me dejó aún más cachonda y decidí jugar. Escogí la primera de las hamacas que encontré y dejé el bolso sobre ella. La distancia que me separaba de ellos no era excesiva. Unos pocos metros que me ofrecían seguridad. Quedaban a mi izquierda y seguían minuciosamente cada uno de mis movimientos. Miraba hacia la piscina dándoles la espalda cuando me despojé del short. Mi bikini brasileño apareció al mismo tiempo que mis dos nalgas. Sabía perfectamente la imagen que les ofrecía con la blusa cubriéndome apenas las braguitas de bikini. Me senté en la hamaca y cruzando las piernas me despojé de las sandalias. Necesitaba los primeros rayos de sol y quitándome la blusa, me tumbé a recibir sus caricias. Como está permitido y con los pocos socios que había en esos momentos, tan solo dos, me despoje de mi “bandeau” y liberé mis pechos. Al acariciar el aire mis pezones estos se endurecieron desafiantes. No era mi intención quemarme, aunque por dentro ya lo estaba, saqué del bolso el aceite bronceador y empecé a derramarlo empezando por uno de mis pies. Para ello tuve que incorporarme sobre la hamaca y mostrar como uno de mis pechos casi roza mi rodilla. Continué por la pantorrilla ascendiendo hasta el muslo. Repetí la acción con la otra pierna y cuando acabé me recosté. Seguí con el delicioso masaje sobre mi vientre, recreándome en el nacimiento de mis pechos. Ascendiendo y descendiendo en círculos con ambas manos. Finalmente y deseándolo desde que empecé a untarme, ...