Tengo una historia que contarte
Fecha: 20/04/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Infidelidad
Autor: Lauer, Fuente: CuentoRelatos
Esta historia que os voy a contar ocurrió hace ya unos meses. Fue una fantástica mañana en el club, con dos hombres y casi en público. Todo empezó la víspera del fin de semana. Estaba sola en casa esperando el regreso de mi marido Javier. Es una situación bastante habitual debido a su trabajo. Viaja muy a menudo y se ausenta algunos días. En ocasiones, como esta, pasaba más de una semana sin que durmiéramos juntos. Esa era la situación aquella víspera de fin de semana. Y aunque sabía que hoy regresaba si algún problema no lo demoraba, me sentía sola y caliente. Demasiados días sin sexo. No soportaba por más tiempo las cuatro paredes de nuestra casa. Soy Erika, según dicen una mujer atractiva. Tengo 44 años y de aspecto muy mediterráneo. Pelo castaño oscuro y rizado, piel morena, de ojos marrones muy cerca del negro. Alta, más que la media, con un cuerpo lleno de curvas. Más bien delgada, pero con un buen par de firmes pechos coronados por unos apetitosos “chupetes” como le gusta decir a Javier. A pesar de mis dos preciosos hijos, sigo manteniendo una figura sugerente. Con mucha cautela, por vecinos, amigos o familiares, en ocasiones disfrutaba de correrías que luego compartía con mi marido a su vuelta. Tenemos una relación muy abierta desde ya hace muchos años. Podría asegurar que le he contado a mí marido casi todo. Sí, he dicho casi todo, siempre hay que mantener algún pequeño secreto sin… importancia. Decidí ir esa mañana al club y le envié un mensaje al móvil. No sería ...
... la primera vez que cancelaba a última hora una reunión y se presentaba en casa sin avisar. No es por desconfianza como pudierais pensar, bien al contrario, en ocasiones esos regresos inesperados provocaban situaciones de lo más calientes, sensuales y viciosas. Me vestí como si fuera a la playa. Una blusa roja muy vaporosa de gasa que si no fuera por el “bandeau” que sujetaba mis pechos, estos quedarían expuestos ante el más leve movimiento. Unos shorts vaqueros casi ocultos por la blusa y unas sandalias de plataforma tonalidad carmín que estilizaban mis piernas y alzaban mi culo. El bikini brasileño que dejaba bastante de mis cachetes al descubierto, era el complemento final. Ya antes de salir de casa noté mis pechos más turgentes. Los pezones se apuntalaban en el interior del “bandeau” luchando por salir. Estaba caliente. Mucho más de lo que quería reconocer. Salí de casa en busca de mi coche caminando hacia él con coquetería. Por las miradas de un par de hombres con los que me crucé, sabía que iba realmente sexi. Sin haberme dado cuenta me había vestido para ir de caza. O ser cazada. No me había arreglado así a propósito, os lo aseguro, tan solo pretendía ir a nuestro club a tomar el sol y beberme un buen gin, los hacen excelentes. Además aprovecharía para continuar con la lectura que me acompañaba en muchas de mis últimas y solitarias noches. Quería relajarme durante unas pocas horas antes del regreso de mi marido. Pero con las primeras miradas lascivas, obscenas, nada ...